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Guillermo Dupuy

La defensa no nacionalista del referéndum

Nada más iluso y aun contradictorio que pretender imponer a los insurgentes la forma, el cómo y el cuando de su insurrección

Primero creían que los nacionalistas eran como esos inmaduros jovencitos pedigüeños a los que bastaría que sus padres les señalaran la salida de la casa para que dejaran de chantajear y de amenazar con irse de ella. Sin abandonar del todo ese fatal error, estos torpes críticos del nacionalismo han tenido que admitir que los nacionalistas no son separatistas impostados, sino sinceros y decididos aspirantes a consumar la ruptura de España sin tener que renunciar por ello a su permanencia en la Unión Europea.

Ante esta tesitura, nuestros otrora aguerridos y ahora hartos combatientes contra el nacionalismo han pasado a cometer un error todavía mayor, como es conceder carácter democrático a la celebración de un referéndum que tenga por objetivo la voladura del actual sujeto de la soberanía, que es el conjunto del pueblo español. Ellos afirman, sin embargo, tal y como hacen los nacionalistas, que el referéndum sólo tiene sentido y legitimidad democrática si se limita al territorio que pretende separarse. Ignoran para ello que una nación no es un club en el que basta que uno o algunos de sus miembros así lo decidan para que puedan darse de baja o formar un club distinto. Ignoran que no son los territorios sino las personas las que pretenden cosas, y que la misma legitimidad –más bien, falta de ella– le asiste a un ciudadano de Badalona para decidir con su voto si los ciudadanos de Barcelona dejan de ser españoles como la que tiene un ciudadano de Murcia.

Tal vez conscientes de alguna de las contradicciones a las que les aboca no sólo ese funesto, que diría Arcadi Espada, sino falso derecho de autodeterminación, nuestros frívolos partidarios no nacionalistas del referéndum secesionista pasan a hacerse nuevas trampas al solitario, creyendo poder salvarlas imponiendo el criterio de que el , para prosperar, tendría que vencer en las cuatro provincias catalanas. Vamos, que de defender el derecho de secesión de Cataluña a nivel regional se pasa a defenderlo a nivel provincial, cosa que, por cierto, tampoco resuelve la contradicción, antes señalada, con el ejemplo de Badalona y Barcelona.

Después de vendernos como "democrático" que el porvenir de nuestra nación lo decidan sólo los catalanes –bueno, una mayoría transitoria de ellos, los que actualmente tienen derecho de voto–, más patética y contradictoria resulta todavía su pretensión de imponerles la pregunta en concreto a la que deben responder. Y que, una vez celebrado el referéndum, no puedan convocar otro hasta pasado un cuarto de siglo.

No nos extrañe. Si ignoran que la democracia es la limitación del poder mediante la valoración y elección periódica del que lo ocupa, para pasar a reivindicarla erradamente como forma de elección del ámbito geográfico de los Estados, no hay que extrañarse de que los partidarios del referéndum –sean o no nacionalistas– tengan que aferrarse a esa versión africana de la democracia que dice: "Un hombre, un voto, una sola vez". O una vez cada 25 años, que para el caso viene a ser lo mismo.

Otro tanto se podría decir de la pregunta en concreto: los que la van a hacer, saltándose a la torera el ordenamiento jurídico vigente, ya la tienen clara: "¿Desea usted que Cataluña se convierta en un nuevo Estado de la UE?". Pero a los partidarios no nacionalistas del referéndum secesionista no les gusta esta pregunta y sólo consideran democrático que los catalanes respondan si son ellos los que les hacen la pregunta. Por ejemplo: ¿quiere usted que Cataluña sea independiente de España? Con ello no sólo contradicen su supuesto reconocimiento del ámbito catalán de decisión, en lo que a formular la pregunta se refiere, sino que inducen la nada coherente pretensión de que el reconocimiento de una Cataluña independiente conlleva inexorablemente su expulsión de la UE. Vamos, que mucho reconocer estúpidamente el derecho de autodeterminación de Cataluña para separarse del resto de España, para luego negárselo respecto a la Unión Europea.

Naturalmente que el actual ordenamiento de la UE impide el ingreso o permanencia en ella de una región que haya decidido unilateralmente escindirse del Estado miembro del que formaba parte. Pero más claro aun es el ordenamiento jurídico español en contra de un referéndum como el que Mas va a llevar a cabo. La cosa cambiaría, en cualquier caso, si el proceso secesionista de Cataluña fue acordado y negociado previamente con el Gobierno de la nación, tal y como pretenden estos frívolos e irreconocibles partidarios no nacionalistas del referéndum secesionista. ¿O es que vamos a pensar que la unidad de España va a seguir siendo un imperativo europeo aun cuando deje de serlo para los españoles? Venga, hombre, dejémonos ya de memeces.

Es simplemente iluso pensar que un Gobierno voluntariamente incapaz de hacer frente, política y legalmente, a esta nada democrática insurrección sea capaz, sin embargo, de imponer a los insurgentes la forma, el cómo y el cuándo de su insurrección. Eso, por no hablar de la aun más ilusa pretensión de que el nuevo Estado catalán que de ella pudiese surgir asumiera la parte de la deuda que a los gobernantes catalanes corresponde. Para reír, sino fuera para llorar.

En lugar de otorgar falsas credenciales democráticas a ese referéndum secesionista, más no valdría recordar, con Jean-François Revel, que el derecho de los pueblos a decidir por sí mismos no puede significar en la práctica que cada minoría étnica, lingüística, religiosa o geográfica, disponga de un Estado propio, sino que toda minoría disfrute de la protección del Estado del que forma parte. Y que para proteger los derechos individuales, lejos de consensuar un referéndum secesionista con los nacionalistas, lo que hay que hacer es combatirlos política y legalmente.

PS. Me gustaría saber si los ilustres partidarios del referéndum secesionista, que también escriben en esta casa, se mostrarían favorables a que se celebrase en el País Vasco. Lo digo porque no sólo Otegui estaría interesado en saberlo. Ya nos dirán más adelante también cómo afrontar las pretensiones expansionistas que sobre la Comunidad Valenciana, Baleares, parte de Aragón o Navarra pudieran plantear los futuros Estados catalán y vasco, en caso de someter y salir adelante su creación mediante referendos.

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