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Cristina Losada

El libro negro de Zapatero

No le auguro un puesto en el 'hit parade'. Me temo que sus potenciales compradores, los que fueron admiradores y votantes, no quieren saber

No le auguro un puesto en el 'hit parade'. Me temo que sus potenciales compradores, los que fueron admiradores y votantes, no quieren saber

Zapatero ha estado presentado un libro sobre su caída del caballo. Es decir, sobre lo que sucedió tras el instante, datado en mayo de 2010, en que su política económica de ¡viva el gasto! chocó de bruces con una realidad inescapable. Yo he seguido con interés sus intervenciones y las entrevistas que le han practicado y creo que el expresidente es consciente de que nadie cree en él. Peor aún, que nadie le respeta. Los que menos, los suyos, para los que ha resultado muy útil disponer de un chivo expiatorio. Hay que ver cómo le tratan quienes antes le escuchaban arrobados como si estuvieran delante de un ser superior. Este cambio de conducta, el tránsito del incienso a la inquina, se hace más repulsivo cuando se trata de periodistas. A fin de cuentas, en política es ley de vida acuchillar al predecesor.

No le auguro al libro de ZP un puesto en el hit parade. Me temo que sus potenciales compradores, los que fueron admiradores y votantes, no quieren saber. La crisis y la política europea ante la crisis son misterios tan insondables para las gentes de nuestra izquierda que no han podido entender nada de lo que ocurrió después de mayo de 2010. Bueno, salvo que tomemos por explicación inteligente eso de que "los mercados se impusieron a la política". Pero hay gente que no sabe que no sabe o, por ceñirnos al caso, que no entiende que no ha entendido.

Es significativo que a Zapatero le reprochen como único y gran error que no pronunciara la palabra crisis hasta que estábamos con el agua al cuello. Bendita tontuna, tan apegada a lo declarativo. Mucho más importante es lo que hizo. Esto es, lo que no hizo: lo que tardó tanto en hacer a medias. Pero esa insistencia en aquella falta verbal viene, en la izquierda, de su incapacidad para ver la auténtica. Creen ahí que aquello que comenzó a hacer Zapatero, el ajuste y los recortes, no fue dictado por la realidad, sino por los malos. Esto es, creen que fue un castigo impuesto por los mercados, los poderosos o los políticos -cada cual elige su bestia negra- y que era y es tan malévolo como innecesario.

Zapatero chocó con la realidad de la crisis y ahora, cuando intenta explicarse, choca con el pensamiento mágico de los suyos. Con la visión irreal de la economía que domina en la izquierda y la progresía españolas. Con la fantasía, en fin, que tanto han contribuido a forjar su partido y él mismo. Antes de que cayera del caballo.

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