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Agapito Maestre

De vuelta a la política

Disfruté de cada una de las palabras de Albert Rivera. Todo era fresco. Todo era políticamente incorrecto.

Mis tiempos de lectura limitan al máximo mi atención a las tertulias de radio y televisión; tantos libros tengo para leer que ya ni siquiera sé cuándo volveré a ver el programa de debate político de los sábados de La Sexta, hecho para mayor gloria de Podemos con la colaboración inestimable de dos periodistas de la derecha, tampoco veré todos los días el programa del Gran Wyoming, imprescindible para estudiar la calidad moral de los españoles y el nivel intelectual de los guionistas del cómico. Pero, el otro día, cuando anunciaron que Rivera sería entrevistado por Jiménez Losantos, dejé todo lo que tenía entre manos y disfruté de cada una de las palabras de Albert Rivera. Todo era fresco. Todo era políticamente incorrecto. Todo lo que decía nos revelaba que estábamos ante un político, un gran político, que tiene una idea del Estado dentro de la Nación.

Rivera tiene 35 años y la madurez analítica de un Polibio. Habla con inteligencia y convicción. Me imagino a Rivera con esa cara de niño, en el Congreso de los Diputados, discutiendo con esos "jóvenes envejecidos" del resto de partidos y no puedo quitarme de la cabeza a "Jesús discutiendo en el templo con…". Poca gente en la política española tiene la experiencia de este líder. Lleva en la brecha 10 años en un doble frente: el partido político y los medios de comunicación. ¿Qué político actual puede comparársele en ese doble ámbito de formación? Busquen, busquen, pero no lo hallarán. Rivera ha seguido una doble escuela de formación, dicho sea de paso, clásicas en la selección de políticos profesionales: la periodística y la organización de un partido; pero, por fortuna, Rivera es, con todos mis respetos a esas dos profesiones, más que un periodista y mucho más que un funcionario de partido. Su vocación política, su capacidad de entrega a la construcción de bienes en común, fue puesta de manifiesto de modo ejemplar en esta entrevista. Por España, por la patria, se deja todo, incluido la vida familiar.

Nadie en la política española puede comparársele en edad y sabiduría. Rivera lleva fajándose en los medios de comunicación más de diez años. Por lo tanto, es digno de elogio que Rivera no sólo no haya sido devorado por los medios, sino que el partido político, el desarrollo y crecimiento de Ciudadanos, no haya conseguido hacerlo vanidoso, un pecado en el que cae fácilmente el político mediocre. ¿Cuál fue la quintaesencia de su discurso con Federico Jiménez Losantos? No habrá renacimiento civil en España, no asistiremos una nueva etapa democrática a partir de la Constitución de 1978, mientras la gente siga votando a Rajoy y al PSOE. Cuando los periodistas cercanos al PP, casi todos los que acompañaban a Federico, le apretaban en las preguntas, salió perfectamente de tablas con un: "Podemos, sí, es malo, pero también sería malo que saliese Rajoy". Rivera dio todo un recital espectacular sobre el nuevo curso político. Sobre el separatismo fue implacable: "Corruptos, corruptos y totalitarios". Sobre la situación de los medios de comunicación su diagnóstico fue inteligentísimo: “Todo el mundo sabe que los medios de comunicación en España tienen una situación económica muy difícil, y eso hace que los titulares no los pongan los periodistas". Sobre el futuro de Cataluña con Ciudadanos en el Gobierno enunció el mejor programa político que conozco: "Si Ciudadanos gobierna en Cataluña se acabará la inmersión lingüística y se cumplirán las leyes". Cataluña, pues, no es un problema catalán sino que es un problema español. En fin, hagamos votos para que crezca el voto a Ciudadanos. Es el único partido de vanguardia para que haya un renacimiento democrático en Cataluña, en España.

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