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Pablo Planas

Felipe VI, solo ante el separatismo

Frente al desafío separatista catalán, el Rey está solo, sin alfiles, torres, caballos y peones. Y la reina no cuenta en esa partida.

Frente al desafío separatista catalán, el Rey está solo, sin alfiles, torres, caballos y peones. Y la reina no cuenta en esa partida.
EFE

Es de suponer que en el Palacio de la Zarzuela dispondrán de los sistemas idóneos para impedir la grabación de audio y vídeo en las recepciones de Felipe VI. Sea como fuere, todo se acaba por saber y ya es una evidencia que el independentismo catalán intenta provocar al monarca por tierra, títulos y fundaciones. Don Felipe de Borbón, VI de España, es persona non grata en Breda, provincia de Gerona. Se pretende desposeer a su hija Leonor del título de Princesa de Gerona. Y en Navarra, a lo de Viana le han dado vaina los émulos proetarras del proceso. Barcelona también porta malas noticias. Se despachan como bultos los bustos del emérito y el retrato del Rey en los plenos ocupa el área de un sello de correos.

La herencia de Felipe VI es una encomienda que requiere más bad milk que campechanía. Frente al desafío separatista catalán, el Rey está solo, sin alfiles, torres, caballos y peones. Y la reina no cuenta en esa partida. El monarca ha sido quien se ha negado a recibir a la presidenta del Parlament que abrió la legislatura autonómica con un "Visca la República Catalana!". El visto bueno por correo electrónico a la investidura de Carles Puigdemont como presidente de la Generalidad parece indiciario de que el Rey no está para selfies ni pollas en vinagre con los separatas.

En cambio, quienes debieran plantar cara al golpe de Estado en Cataluña, Tancredo Carca y Pedrín, cortejan respectivamente a un imitador de Puigdemont y al Chaval de la Coleta. Así pues, el Rey se convierte en el único contratiempo del separatismo. En Zarzuela no cuelan las gracietas telefónicas y el señor Felipe de Borbón conoce el palo del que van el señor Artur Mas i Gavarró, el honorable periodista sin título y pastelero sin oficio Puigdemont, así como sus colegas de la vega. No parece el caso de Rajoy y Sánchez, que no ven más allá de su agenda semanal.

En puridad y en Cataluña, el Tribunal Constitucional ha estado a la altura de las circunstancias. Hasta el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha cambiado de presidente (el nuevo es Jesús Barrientos) para evitar, en teoría, que un abogado andorrano dé carpetazo al referéndum del 9-N. La monarquía también ha estado en su sitio al mantener las distancias con los golpistas. El único no electo de toda esta historia es quien honra las normas democráticas. Todos los demás son pollos sin cabeza. Felipe VI es John Wayne en El Álamo mientras los asaltantes tocan a degüello.

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