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Juan Pablo Polvorinos

O Rajoy o España

En Génova son ya muchos los que empiezan a pensar que el experimento se les ha ido de las manos y es incontrolable.

No lo reconocerán ni el PP, ni el PSOE ni tampoco Ciudadanos pero la realidad es que están muy preocupados por la forma en la que se está comportando en sus primeros días de vida Unidos Podemos. El lunes conocimos las primeras encuestas ya que vaticinan un incremento del voto para el matrimonio Iglesias-Garzón.

En Es Noticia hemos dedicado un tiempo a explicar un fenómeno con el que algunos no contaban hasta ahora. Con la desaparición del quinto partido político de España (Izquierda Unida) y su deglución por el tercero (Podemos), la Ley D’Hont guarda una desagradable sorpresa para los partidos mayoritarios en el reparto de escaños en circunscripciones pequeñas, con dos o tres diputados en juego. La entrada de Unidos Podemos en el nuevo mapa electoral perjudica al PP y a Ciudadanos poniendo en riesgo su último escaño, que caería en manos de Podemos.

De manera que el escenario que se abre ante nuestros ojos es el del sorpasso de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez en votos y veremos si incluso en escaños.

En Podemos saben perfectamente que el discurso de la cal viva enterró los últimos votos que esperaban arañar en el ámbito del partido socialista, y por eso se han dedicado a tocar las listas de toda España acogiendo en su seno a formaciones políticas izquierdistas.

Pablo Iglesias es el conductor de un autobús antisistema donde siempre queda sitio al fondo. Un vehículo con el que ha recorrido España subiendo a todos los partidos descarriados y huérfanos de escaños y representación institucional. Fagocitada Izquierda Unida, ya viajan camino del 26 de julio ecocomunistas catalanes, la Esquerra Unida valenciana, nacionalistas mallorquines, confluencias vecinales de Madrid, regionalistas aragoneses, ecologistas, radicales castellanos y así hasta 16 formaciones políticas.

Un hexadecapartito, un Frankenstein político recién salido de la mesa de operaciones construido con formaciones que, por sí solas no suman nada, pero que haciendo fuerza juntas suponen un potente empujón que en la noche del 26 de junio nos puede dejar más de una sorpresa.

Al autobús se han negado a subir sólo dos formaciones: la Chunta Aragonesista y el partido animalista, el Pacma, que sumó doscientos mil votos en las últimas elecciones generales pero que no ha sucumbido a los cantos de sirena.

Muchos en el PP reconocen que después de las europeas Arriola decidió meter a Podemos en el tubo de ensayo y más tarde ponerlo a incubar bajo el calor de los focos televisivos para restarle votos al PSOE. Por eso en Génova son ya muchos los que empiezan a pensar que, como sucede en las películas del género, el experimento se les ha ido de las manos y es incontrolable.

Aun así, por mero cálculo electoral, el PP sigue aprovechando cada intervención, cada mitin y cada entrevista para sacudir a Albert Rivera, olvidando que su enemigo natural es quien puede llevarse por delante la prosperidad de la cuarta economía más importante de la Zona Euro.

O le sale bien a Rajoy, o le sale mal a España. Esa es la disyuntiva a la que los estrategas del PP quieren someter a los votantes.

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