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Agapito Maestre

Camino entre tinieblas

Se ha vuelto a demostrar que Cataluña no es y, sobre todo, no será nada sin España.

No es necesario valorar la negativa de la alcaldesa de Barcelona a la recomendación de la Policía Nacional de poner barreras protectoras en las Ramblas. Los ciudadanos en las próximas elecciones se lo recordarán. También tendrán presente la reacción demencial de los secesionistas, desde el presidente de la Generalidad hasta la gente de la CUP, pasando por la distinción bárbara del consejero del Interior entre muertos españoles y catalanes. Los yihadistas conocían bien el terreno donde atentaban. Han puesto en evidencia que España es, junto a Bélgica, el Estado más débil de Europa. Bélgica sería el segundo, pero está sostenido por ser lugar de asiento de la mayoría de las instituciones europeas. ¿Y a Cataluña quién la sostiene? No creo que tenga muchas instituciones autonómicas fiables. ¿O alguien cree que la Generalidad y la policía autonómica basten para proteger a los ciudadanos? ¿Puede alguien normal en Cataluña fiarse de las cosas que dicen el señor Puigdemont y la señora Colau? ¿Alguien con un poco sentido común puede votar a quien ningunea a todas las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para destacar que podíamos estar tranquilos con la única protección de los Mozos de Escuadra? Se ha vuelto a demostrar que Cataluña no es y, sobre todo, no será nada sin España.

Los crímenes de los yihadistas quizá no consigan que cambien de actitud los dirigentes secesionistas, pero a los votantes nacionalistas ya se les está removiendo la conciencia. Pocos habrán dejado de considerar que el enemigo es demasiado fuerte para encararlo con eslóganes ridículos y píos deseos de paz. Los votantes secesionistas pueden seguir odiando a España, pero los yihadistas les han puesto en evidencia que esto va en serio: sus vidas están en juego. ¿Estarán fácilmente protegidas por la policía autonómica y la policía municipal? Nadie con un poco de seso puede dejar de estar asustado ante este atentado. La reflexión más elemental sobre lo sucedido en Cataluña conduce a una sencilla conclusión: "La unión hace la fuerza". Eso fue escenificado en el minuto de silencio, presidido por el Jefe del Estado de España en la Plaza de Cataluña, en honor a las víctimas. Todos en Europa pensamos así. Salvo algún descerebrado o criminal, nadie puede dejar de reconocer que solo unidos venceremos a un enemigo tan cruel y perverso: el yihadismo.

Terrible es la guerra, o como quieran llamarle, que Occidente tiene que librar contra la yihad. Ellos matan por convicciones. Y nosotros, ¿qué tenemos nosotros para enfrentar a los criminales? Quizá la apelación a la famosa humanidad, o el "prefiero que me maten a matar" de uno que fue ministro de Defensa, o nuestro sistema de valores que respeta todos los valores menos el nuestro, o la cultura, o la ciencia… No nos engañemos. La civilización occidental está exhausta, porque se ha rendido a lo políticamente correcto, o sea, nos hemos habituado a no resolver los problemas; en este punto, como es sabido, las clases dirigentes marcan el rumbo y el ritmo hacia el abismo. ¿Que qué nos queda? Aguantar todos unidos. Es la única ilusión sobre qué hacer mañana. Ya sé, amigos, que no es mucho, pero es lo que hay. Y eso es exactamente lo que está defendiendo la UE: juntos somos algo, pero por separado nada podemos hacer ante el crimen yihadista. Estas elementales consideraciones ya ha llegado a los barceloneses y a los catalanes que votan a los secesionistas. Solo unas fuerzas de seguridad españolas unidas –Guardia Civil, Policía Nacional, Mozos de Escuadra, policía municipal, etcétera– pueden proteger nuestras vidas.

Europa solo puede salvarse con Estados fuertes. Por su bien, la UE apoyará a España como ésta lo hará con Cataluña. Lo yihadistas han matado con la crueldad que les caracteriza a inocentes ciudadanos y turistas. El atentado ha sido durísimo para el mundo occidental. No han elegido por casualidad Barcelona. Han atentado en el lugar más deprimido cultural, política e ideológicamente de Europa. La capital de una autonomía al borde del abismo. Sí, sabían que atentaban contra el Estado más débil de Europa, pero quizá esto se vuelva contra ellos, porque los españoles y el resto de los europeos han reforzado su más profunda convicción: "Solo unidos podemos acabar con el yihadismo". Y eso, al menos así lo presiento, ya ha llegado a la conciencia de millones de españoles en Cataluña que, seguramente, en las próximas elecciones cambiarán su voto. ¿O alguien con cabeza y corazón se atreverá a seguir votando a quien se niega a poner barreras de protección ciudadana o cree que basta solo con los Mozos de Escuadra para combatir a los criminales yihadistas?

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