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Cayetano González

Ganar o perder

Estamos ante la situación más delicada vivida en España tras el intento de otro golpe de Estado del 23-F.

El golpe de Estado a la democracia, a la Nación española, asestado por los independentistas la pasada semana en el Parlamento de Cataluña, con la aprobación de la ley del referéndum y la de desconexión con España, sólo tiene una salida; como bien subrayaba Federico Jiménez Losantos en su artículo de este domingo: "O gana el golpe o gana el Estado". Llegados al punto al que se ha llegado, no hay una solución intermedia, aunque algunos no cejarán en su empeño de insistir en esa tontería de que lo que ha faltado es hacer política, sin reconocer que cuando lo que una parte busca es irse de España saltándose a la torera la ley que obliga a todos lo único que cabe es impedirlo precisamente mediante la aplicación estricta de la ley, de toda la ley. Y eso también es hacer política.

Con el golpe en marcha, el objetivo a corto plazo que debería tener el presidente del Gobierno sería lograr con todos los medios que tiene a su alcance que el 1 de octubre no haya no sólo un referéndum, sino el más mínimo sucedáneo que se le parezca y que pueda ser presentado por los independentistas como un triunfo para su causa. No sólo Rajoy, que también, sino el Estado de Derecho, las instituciones que lo integran, España en definitiva, se juega mucho el 1 de octubre.

Lo que pase a partir del 1-O es otra cuestión distinta, y ninguno de los escenarios imaginables será cómodo para el actual presidente del Gobierno. Si al final hay referéndum, Rajoy debería dimitir e irse a su casa esa misma noche. Si consigue impedirlo, la rabia de los independentistas será tal que el camino a partir del día 2 será de todo menos de rosas para el presidente, porque además se encontrará con que el PSOE de Sánchez abandonará el apoyo postizo que en el momento presente le presta y buscará con más ahínco su desgaste, bien planteando una reforma constitucional imposible de aceptar por el PP, bien intentando sacar adelante una moción de censura en la que el apoyo del PNV será imprescindible y bastante probable. Porque ¿alguien piensa que, con los nacionalistas e independentistas catalanes enrabietados si no hay referéndum, el PNV se va a prestar a ser el muro de contención del líder del PP?

De momento, el partido del golpe lo van ganando los independentistas. Están jugando en casa, con el público a favor, con el árbitro comprado, con unas reglas de juego que ellos se han inventado, y además están muy envalentonados. En ese clima, hay imágenes o hechos que están llenas de indignidad: por ejemplo, el líder de EH-Bildu, Arnaldo Otegui, aclamado en la Diada; por ejemplo, que miembros de la Guardia Civil tengan que aguantar la afrenta de que simpatizantes de la CUP les hagan entrega a las puertas de una imprenta en Tarragona, de supuestas papeletas para el 1-O, algo que el ministro de Interior debería corregir de inmediato porque la Guardia Civil no está para recibir papeletas sino para velar por el cumplimiento de la ley; por ejemplo, que el golpista Puigdemont tenga el cuajo de decir que el único que a él le puede inhabilitar es el Parlamento de Cataluña; por ejemplo, que en un acto político de la extinta Convergencia celebrado este pasado sábado, los Mas, Puigdemont, Turull y compañía coreen desde el estrado el lema "No tinc por"que fue utilizado, en mi opinión de manera muy equivocada, tras el atentado terrorista de Barcelona y Cambrils.

Se ha dicho hasta la saciedad que estamos ante la situación más delicada vivida en España tras el intento de otro golpe de Estado del 23-F. De cómo se salga de ella dependerán muchas cosas en el futuro próximo. Y para qué vamos a engañarnos: las cosas pintan mal, aunque todavía se está a tiempo, si el que tiene que hacerlo se aplica a ello, de parar y derrotar el golpe planteado.

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