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Amando de Miguel

Estadísticas falaces

Las estadísticas suelen ocultar o dejar de lado los sucesos que más nos interesan.

He dedicado muchos trabajos a tratar de explicar la sociedad española a través de una inmensa floresta de datos numéricos. Guardo en casa cientos de volúmenes con estadísticas del siglo XX español. Esa familiaridad con los números me ha llevado a un talante crítico y exigente cuando repaso una estadística. Por cierto, la palabra estadística no proviene de la institución política llamada Estado, sino de los estados, que ahora llamamos cuadros o tablas. Lo que ocurre es que luego es el Estado quien levanta y publica la mayor parte de los datos numéricos que nos interesan.

Una estadística muy aireada es la del valor de la producción referida a un año. Es el famoso PIB. Ya se sabe que los acrónimos de tres letras se hacen más sonoros (IVA, CIA, ETA, USA, etc.). Tengo muchas dudas sobre la fiabilidad (el buen cálculo) y la validez (que sirva para lo que dice) de esa manoseada estadística. La cual no tiene en cuenta la ingente suma de transferencias de valor que no se contabilizan. Por ejemplo, las referidas a la prostitución, el tráfico de drogas y otras actividades más o menos delictivas. Sin llegar a tanto, son muchas las relaciones económicas de autoconsumo que carecen de traducción monetaria o que pertenecen al difuso capítulo de la economía sumergida. Aun así, se supone que todos esos errores son más o menos constantes. (Es una suposición perezosa, claro está). Por ello, el valor del PIB podrá ser poco fiable, pero el incremento anual resulta bastante válido. Ahora nos conformamos con una tasa de incremento anual del 2%. Hace una generación habría parecido una expansión miserable.

Las estadísticas sobre exportaciones son particularmente poco fiables y de una validez muy relativa. España es el país más turístico del mundo (medido en términos por habitante, como hay que hacerlo). En su virtud, lo que consumen los más de 80 millones de turistas extranjeros en España debería computarse como exportación. Pero da la impresión de que nadie tiene en cuenta ese importante dato. A su vez, habría que computar lo que consumen los españoles que viajan a otros países y que, por tanto, sería importaciones. No tenemos ni idea de ese rubro.

Son muy cuidadosas las estadísticas sobre la llamada "violencia de género", pero nos suelen ocultar un dato esencial: la nacionalidad del delincuente y de la víctima. Según parece, no interesa que se divulgue el hecho de que una gran parte de esas personas suelen ser extranjeras o lo han sido hasta hace poco. Tampoco se dice que las tasas de violencia doméstica (uxoricio) son poco frecuentes en España, si las comparamos con otros países; siempre en términos por habitante, claro está. Lo que probablemente destacaría en España es la tasa de delitos contra la propiedad, en el supuesto de que se conocieran bien, que no es el caso. Sospecho que se trata de un suceso cada vez más frecuente. Debe de ser así porque menudean cada vez más los anuncios de las compañías de seguros y las empresas de seguridad.

Así mismo se nos da cumplida cuenta de las hectáreas quemadas (dicen "calcinadas", una exageración) en los incendios forestales. Sería del mayor interés que nos proporcionaran el cálculo (aproximado, claro está) sobre el volumen de madera que se incorpora cada año a la masa forestal, más por el crecimiento natural que por repoblaciones. Aunque pueda parecer raro, en España hay cada vez más masa forestal, aunque solo sea porque se retiran muchas tierras de cultivo y decrece la ganadería extensiva. De todo esto poco es lo que sabemos. La ley general es que las estadísticas suelen ocultar o dejar de lado los sucesos que más nos interesan.

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