
Ya es viejo y tópico mantener que a Sánchez le sobra audacia. Pero ahora está demostrando inteligencia maquiavélica. Inteligencia política. El Gobierno conformado por Sánchez es toda una declaración de principios contra Podemos, los separatistas, los populares y, sobre todo, contra el partido de Ciudadanos. No se ha arredrado ante sus compañeros de veto en el Congreso de los Diputados. Ha demostrado que una cosa es la vetocracia de la moción de censura contra Rajoy y otra, muy distinta, conformar un Gobierno para resistir el máximo tiempo posible en la Moncloa. Sánchez no quiere nada de frentes populares con revolucionarios y separatistas.
También se ha venido arriba el líder del PSOE contra Ciudadanos, que es su principal adversario, porque ha conformado un Gobierno para durar, o sea, para rehacerse e ir lo más tarde posible a las futuras elecciones con alguna garantía. El camino, pues, de la audacia a la inteligencia pasa por el nombramiento de este Ejecutivo, que tendrá que enfrentarse a la principal demanda de los españoles: esta crisis de modelo político solo puede empezar a resolverse con el adelanto de las elecciones generales. En verdad, el único adversario serio del PSOE es Ciudadanos, porque es el único partido que defiende la convocatoria inmediata de elecciones.
La cuestión clave para el nuevo Ejecutivo es sencilla de formular: ¿quién ayudará al PSOE a mantenerse en el poder el mayor tiempo posible? La respuesta está al alcance de quien mire con objetividad la cosa. En primer lugar, todos los actores políticos, mediáticos y propagandísticos que han apoyado la moción de censura de Sánchez contra Rajoy. Son muchos y fuertes. Por otro lado, sería incongruente y hasta contradictorio que presionasen a Sánchez quienes han sido sus primeros aliados. Los separatistas y revolucionarios tendrán que aguantar y resistir a Sánchez, pero nunca tumbarlo, porque el remedio para ellos sería peor que la enfermedad. Pero, además, Sánchez cuenta con otro aliado fortísimo, a saber, el propio PP, que necesitará todo el tiempo del mundo para acoger aliento y subir en las encuestas. Por este camino, Sánchez lo tiene fácil, porque solo Ciudadanos y los extraparlamentarios, como Vox, quieren elecciones cuanto antes.
¿Quién puede parar este proceso de consolidación del PSOE en el poder? De momento, solo Ciudadanos. ¿Cuáles son sus armas? Una es fuerte y seria: Ciudadanos es el único representante de la mayoría de los españoles que quiere elecciones generales para salir de la crisis política más grave que ha sufrido España en los últimos cuarenta años. Otra es débil: tiene un grupo parlamentario para recordarle al PSOE que 82 diputados es poco, muy poco, para mantener un Gobierno estable; pero eso, en mi opinión, no será suficiente, pues bastará que el resto de la Cámara chille contra Rivera, como ya probó durante la moción de censura de Sánchez, para que su crítica democrática no se oiga o desaparezca.
Entonces, ¿qué le cabe hacer a Ciudadanos? Primero, salir de su ensimismamiento, o sea, dejar de creer que ganará porque su posición es la más racional; y además tendrá que creérselo con un poco de pasión, es decir, tendrá que hacer política de verdad y echarle un poco de audacia a la cosa. Por favor, comuniquen, señores de Ciudadanos, con pasión que su propuesta representa a millones de españoles y díganlo por tierra, mar y aire. Enfréntense con osadía, con un poco de esa audacia que ha llevado al poder a Sánchez, a quienes quieren borrarlos, pero háganlo pronto y rápido, porque si no será, otra vez, Sánchez el que les adelante…