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Federico Jiménez Losantos

Esto no es un Gobierno, es un anuncio… de disolución

Este Gobierno es y sólo puede ser un anuncio, porque ante el más grave problema español no caben soluciones antagónicas.

Este Gobierno es y sólo puede ser un anuncio, porque ante el más grave problema español no caben soluciones antagónicas.
Los ministros de Sánchez en su presentación ante la prensa | EFE

Tras la cohetería tranquilizante de Borrell, Calviño y Robles, ha llegado la mascletá de lo que más que Gobierno es un anuncio. También cabría entenderlo como moción de censura electoral contra Podemos, que podría resultar tan exitosa como la perpetrada contra el PP gracias a Rajoy. La única incógnita que aleja a Sánchez de una posible victoria electoral que era rigurosamente inimaginable hace sólo un mes es lo que este Gobierno tiene de moción de censura contra Ciudadanos. Pero ésta se me antoja más difícil por dos razones: en algún momento reaccionará Rivera del trompazo parlamentario y será difícil no hacerlo con la nacionalista Batet dirigiendo la estrategia de rendición ante el separatismo catanazi.

Esto es esencial. Por abobados que se hayan quedado los naranjitos tras la fechoría gurteliana, que ellos tontamente alentaron sin darse cuenta de que era parte de una operación para rehacer el bipartidismo contra ellos, no hay día que no suponga una afrenta para los españoles de Cataluña. Y la única estrategia de Sánchez ante el golpismo catanazi es hacer lo que digan Iceta y/o Batet, que es rendirse, así que le será fácil a Rivera, si alguna vez es capaz de una cura de humildad, recuperar lo perdido en las expectativas gracias al terreno que este Gobierno está dispuesto a entregar en la realidad.

Publicismo podemita contra Podemos

Pero la primera tarea de este Gobierno, que es preparar las elecciones en situación de ventaja sobre Podemos, puede decirse que la ha terminado antes de empezar a gobernar. Ha bastado una ración de forraje multiprogre para que la grey zurda relinche, barrite, himple y hasta eructe satisfecha. Como la única ideología de la Izquierda es el odio a la Derecha, o sea, al PP de Aznar, ha bastado echar de mala manera a sus hijos renegados para no pedir más. No hay una sola idea en la Izquierda que no sea de revancha, así que cuando les ha caído del cielo el desalojo de Rajoy, a disfrutarlo.

Podemos es una formación caracterizada por un golpismo del mismo tipo revanchista que el PSOE, pero no concebido como una enmienda al Gobierno sino al Estado, que ellos llamaban pomposamente El Sistema. Sin embargo, se alimentaba de lo mismo: el odio contra una Derecha que sólo existe en su imaginación y que sirve para felicitarse por ser de izquierdas, poco o nada más. Derrotada esa Derecha fantasmal, la del fantasmón Rajoy, no tienen ningún objetivo social, apenas unos cuantos eslóganes que ya eran viejos al enunciarse, y que sólo se han mantenido vivos por la renuncia ideológica de la Derecha a combatirlos, que sería derribarlos.

Sin embargo, esos potitos del odio ideológico tienen la ventaja de que basta enunciarlos para cumplirse, siempre que se haga desde el lugar correcto, que es la izquierda. Pero Izquierda es cualquier cosa que recurra a esos mantras arcaicos, así que basta enunciarlos con el suficiente aparato mediático para que se den por realizados. Si los líderes comunistas más feroces cifran su felicidad personal en llegar a ser los hacendados de Villa Tinaja, el socialismo es la distancia que separa al socialista del capitalismo, no su liquidación sino su consecución por la vía rápida. O sea, el felipismo. Y para que el PSOE recupere aquella condición de adanismo sin vergüenza que supuso González, basta otro caradura, las mismas siglas y propaganda, mucha propaganda. Ahí están: Sánchez, desde el PSOE y con la mayoría mediática aplastante que el PP entregó a la izquierda hace ya muchos años.

Todas las banderas arrebatadas a Iglesias

El único obstáculo para este PSOE era el de apropiarse del programa político o arrebato ideológico de Podemos antes de las elecciones europeas, municipales y autonómicas de 2019 y las generales que deben convocarse antes de dos años. No es difícil, si se carece de escrúpulos. Y si alguien no ha tenido nunca ese problema es el PSOE, cuatro siglas, cuatro mentiras.

¿Dice Podemos que "se ha castigado a los trabajadores" con la Reforma Laboral, que en realidad ha creado tres millones de empleos, o sea, que ha castigado al paro? Se les devuelve el poder negociador a los sindicatos. Y eso anuncia la ministra de Trabajo, que volverá ser del Paro. ¿Conviene castigar el Patrimonio, las Sucesiones, la Herencia y demás pruebas del afán de propiedad del pueblo, extraviado por el capitalismo? Ahí está Montero, adicta a la presión fiscal, elogiando a Montoro, vampiro de nuestros bolsillos. Y la pomposa Portavoza, que dice que, por supuesto, se pueden subir los impuestos.

¿Que deberíamos volver a la naturaleza y alumbrarnos con velas? La ministra de Transición Ecológica (la del Castor) dice que ni nucleares ni carbón, o sea, que nos sube la luz. ¿Que la Sanidad debe ser pública? Ahí está Montón, verduga de la Privada. ¿Feminismo? Una docena de ministras. ¿Gays? Dos por el precio de uno. ¿Justicia universal de extrema izquierda? Ahí está la entrañable de Garzón. ¿Queda algo más a la izquierda? ¿No? Pues para Noviembre o Marzo, convocamos Generales y Andaluzas, y matamos dos pájaros de un tiro. ¿No es todo facilísimo?

Pero el golpismo catalán sigue intacto

El único elemento del elenco ideológico podemita que falta en este plan de imitaciones es el apoyo al separatismo catalán y vasco, que implica, por parte del Gobierno, liquidar la monarquía constitucional y entrar en un período revolucionario que aboque a la República confederal, con derecho de autodeterminación para la tribu que lo solicite, previa disolución del principio de soberanía nacional. Y ahí es donde el PSOE no puede imitar a Podemos, porque dejaría de ser Gobierno de España… por falta de España.

¿Frena eso la inclusión del proyecto podemita dentro del sanchista? En absoluto. Para eso está el PSC y su nacionalista de guardia, la Batet, que, recién nombrada, ha proclamado la "urgencia de una reforma federal". También el neoviejo Diario Gubernamental, o sea, El País, dice que así se destensa la relación con la Generalidad. Supongo que se refiere a la foto del catanazi Torra con los terroristas sin arrepentir Bentanachs y Carles Sastre, que es la prueba de que "destensar", para la abyecta izquierda antiespañola, es arrodillarse ante el separatismo, y si lleva o ha llevado pistola, mejor.

Aquí es donde llega el problema, aunque ahora parezca solución. Hay una Izquierda suicida y antinacional, que hubiera desaparecido en las urnas si nos hubieran dejado votar a los ciudadanos, tal vez a Ciudadanos. Pero hay otra izquierda que entiende como puro embeleco el diálogo con los catanazis y los bildutarras y cree en la defensa de la integridad nacional. En el Gobierno, esa es la línea que representan Borrell y Margarita Robles, incompatible con la pro-separatista de Batet y las taifas valenciana y balear. Eso no será nunca un plan de Gobierno sino el de una disolución nacional. Y también el del Gobierno y su castillo de naipes, electorero y efectista.

Los límites de la engañifa

Por eso, este Gobierno es y sólo puede ser un anuncio, porque ante el más grave problema español no caben soluciones antagónicas. Una cierta dilación, una engañifa breve, pase. Con el juicio pendiente a los golpistas catalanes, no caben medias tintas: o se va contra el juez Llarena y a favor de la absolución legal, amén de política, de los golpistas, o se apoya la Ley contra los que la atropellaron y siguen queriéndola triturar. La garzona de Justicia y los antigarzones de Defensa y el CNI son del todo incompatibles.

Y lo único que puede preocupar a Sánchez en este contrarrelojismo electoral es que todo el tiempo en que aflore esta contradicción insoluble, o sea, que el PSOE no tiene solución alguna al problema nacional, porque tener dos es peor que no tener ninguna, es la ocasión para que Ciudadanos reviva y el PP resucite. Basta la bandera nacional para liquidar los pujos tricolores de un socialismo que ha llegado al poder por la puerta falsa y que sólo se puede mantener si revalida en las urnas su enésima -y pésima- reencarnación.

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