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Agapito Maestre

¿Por qué no entran en el Peñón de Gibraltar?

No se trata de un problema de solidaridad sino de defensa de las fronteras nacionales: o nos defendemos o nos invaden.

No se trata de un problema de solidaridad sino de defensa de las fronteras nacionales: o nos defendemos o nos invaden.
Inmigrantes africanos, tras haber entrado ilegalmente en Ceuta | Atlas

Todo el mundo sabe que Gibraltar es una colonia británica entre dos ciudades españolas, la Línea de la Concepción y Algeciras. También todo el mundo sabe que las pateras cargadas de inmigrantes no entran jamás en la colonia de Su Graciosa Majestad. Prefieren quedarse al lado, o sea desembarcan con extrema facilidad en nuestras playas. La pregunta obvia es: ¿por qué los inmigrantes eligen las costas españolas, bien la playa de la Atunara o El Rinconcillo, y no las del Peñón de los ingleses? Mil respuestas hay para resolver el enigma, pero todas ellas acabarán levantando acta de lo evidente: Inglaterra no permitiría lo que acepta de mejor o peor grado España. Mientras que el Reino Unido defiende sus fronteras con el monopolio legítimo de la violencia, España cede a todas las tentaciones buenistas y de la falsa corrección política. La solidaridad española, dirán los demagógicos gobernantes de la Moncloa, no tiene comparación con la insolidaridad británica.

Pero no se trata de un problema de solidaridad sino de defensa de las fronteras nacionales: o nos defendemos o nos invaden. Los inmigrantes africanos saben bien dónde van y por qué no desembarcan en territorio inglés. Son conscientes de que Inglaterra recibiría a tiros a los ilegales o, sencillamente, los devolvería a su lugar de origen. Las mafias que se dedican al tráfico humano en el Estrecho de Gibraltar saben que Inglaterra protege como Dios manda sus fronteras, y por eso optan por España, tan flexible que se diría que la nación está en almoneda. No es ni siquiera nación. Es un conglomerado de cantones desgobernados por un fulano, llamado presidente del Gobierno, que está apoyado por un nazi que preside el cantón de Cataluña. España, hoy por hoy, no es un país con un Gobierno normal, sino un gentío dirigido por gente sin escrúpulos que dice cosas anacrónicas y ridículas. Basta escuchar a la vicepresidenta del Gobierno para saber de qué va esta vaina… Y el presidente, el señor Sánchez, ¿qué dice? Nada, porque aún no ha dado una rueda de prensa para explicarnos sus planes y someterse al llamado control de la prensa libre. Dos meses en la presidencia del Gobierno, se dice pronto, y aún no ha dado una rueda de prensa. Esto, reitero, no es una democracia de opinión pública sino un gentío de corte venezolano.

Pero a lo que iba, ¿por qué los inmigrantes ilegales no desembarcan en el Peñón de Gibraltar, la colonia británica, que los ingleses tienen en la península para vergüenza de todos los españoles? Porque ni las ONG ni las mafias organizadas en el tráfico de seres humanos y mercancías prohibidas quieren jugárselas con un país, como Inglaterra, que se hace respetar con el recurso fundamental de los grandes Estados: la violencia legítima. El Gobierno español, por el contrario, no sólo renuncia a defender sus fronteras con sus fuerzas de seguridad y de orden público, sino que vilipendia, insulta y persigue a quien esgrime que es menester que España defienda sus fronteras con lo único que tiene el Estado: el monopolio legítimo de la violencia. Cuando un Estado abandona ese recurso, está al borde del abismo. Cuando unos dirigentes del Estado tratan de ponérselo fácil a los delincuentes ilegales y dicen que retirarán las concertinas o vallas de alta seguridad para que los ilegales tengan menos dificultades para asaltar nuestras fronteras, entonces tenemos todo el derecho del mundo a llamarles traidores…

Los pobres africanos que tratan de llegar a Europa tienen intuiciones claras y distinguen bien una sociedad vertebrada, como es la británica, de otra vieja, acobarda y con un Gobierno débil y desnortado, como el de Sánchez. En fin, los inmigrantes no tocan el Peñón de Gibraltar porque no quieren arriesgarse a perder sus vidas. Prefieren la España que promociona la vida aunque sea a costa de su propia existencia. Así de echaos palante son los los nuevos celtiberos que votan a la casta política que nos pastorea. Por otro lado, tengo la sensación de que las mafias y los inmigrantes conocen bien la historia de Inglaterra en América y su contraste con la historia de España: mientras que la primera jamás respetó a los indios, casi los aniquiló allí por donde pasó, la historia de España no sólo los integró sino que se mezcló con ellos, en realidad, los españoles somos tan indios que no necesitamos hacer el indio, lo somos. Para hacer el indio ya están los presidentes de los cantones y su jefe de la Moncloa. País de cartón piedra.

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