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Pablo Planas

Antes de lanzar las campanas al vuelo

Los cambios en el Poder Judicial conspiran en favor de los que no sabían lo que hacían.

Los cambios en el Poder Judicial conspiran en favor de los que no sabían lo que hacían.
Artur Mas | Gtres

El día que la prensa catalana ha anunciado una operación del entorno de Artur Mas para que semejante personaje regrese a la política activa al frente del partido del prófugo Puigdemont, el Tribunal de Cuentas ha sentenciado que el ínclito gafe debería pagar casi cinco millones de euros por la fiesta de la consulta separatista del 9-N de 2014. Antes de lanzar las campanas al vuelo, un par de detalles: el fallo es recurrible y el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) condenó a Mas por desobediencia, pero descartó la malversación, que implicaba prisión, "jurisprudencia" a la que se aferra la defensa del "Astucias" frente a un Tribunal de Cuentas presidido por Margarita Mariscal de Gante, exministra de Justicia del PP de Aznar.

Ni de lejos está dicha la última palabra judicial sobre aquel ensayo general del golpe de Estado que encabezó Mas hace cuatro años y cuatro días con la inestimable financiación de los Fondos de Liquidez Autonómica del gran Montoro, capaz de perseguir hasta el final al desgraciado contribuyente físico y al tiempo decir que en ese gran timo del proceso separatista no se ha desviado ni un céntimo a propaganda e infraestructuras golpistas.

Mas jamás ha pagado las consecuencias de sus actos, a pesar de ser el principal responsable, muy por encima de Pujol, Puigdemont y Junqueras, de la catástrofe catalana, y no es previsible que vaya a ser el caso. El tipo vive tan tranquilo, con nómina, despacho, coche y escoltas oficiales. Se levanta más de cien mil euros al año, regalías, comodidades y deferencias presidenciales al margen. No hay un presunto delincuente mejor sostenido por el erario público. Pide dinero al pueblo llano para su fianza, pero no se priva de navegar por aguas de Menorca o de esquiar en Suiza. Es la viva estampa de la represión. Pobre hombre, tremendo perseguido.

Los que están en la cárcel y los que se escaparon quieren que la justicia les trate como a Mas y es natural. Ese vendedor de crecepelos fue quien prendió la mecha, el que activó la cuenta atrás, "milhomes" matasietes que dinamitó los puentes a capricho de sus encuestas hasta que los dinamiteros de la CUP le dinamitaron a él. Y ahí está, campando a su antojo.

El PSOE hace lo que puede, que es mucho, para que Junqueras y Puigdemont acaben como Mas o Pujol, aunque ya se ha comido un año de cárcel y fuga y en los cinco meses del Gobierno de Pedro Sánchez "sólo" ha cambiado la situación de los presos, que son los putos amos de la prisión de Lledoners, pero no entienden que Mas no comparta con ellos las excelencias del sistema penitenciario catalán. Paciencia. Los cambios en el Poder Judicial conspiran en favor de los que no sabían lo que hacían. El único obstáculo para un desenlace flácido es que Junqueras no quiere pasar una segunda Navidad en prisión mientras Mas sigue suelto para pregonar las bondades del Gobierno de Sánchez frente a una alternativa de C's, PP y Vox. Sin embargo, todo el mundo confía en que el pío preso no haga ninguna locura y acepte "los tiempos de la judicatura".

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