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Pablo Molina

Que lo resuelvan Sánchez y Torra

Vayan preparando las palomitas, que esto está a punto de comenzar.

Vayan preparando las palomitas, que esto está a punto de comenzar.
EFE

El independentismo catalán no deja de ofrecer estampas sublimes sobre el grado de locura al que ha llevado a la mitad de la población del Principado. Tras el encarcelamiento de los golpistas para ser sometidos a juicio, los separatistas comenzaron a disfrazarse de amarillo y a llevar a cabo patochadas callejeras, a cuál más lamentable. A lo largo de estos dos últimos años ha habido momentos de bochorno realmente espectaculares, pero nada comparado al ridículo que están protagonizando estos días los dirigentes de la Generalidad.

Torra, como corresponde a las exigencias de su cargo, está en un momento extraordinario. Por la mañana anima a los independentistas a cortar carreteras o bloquear infraestructuras estratégicas y acto seguido les envía a las brigadas más duras de la Genestapo a que los inflen a palos. La rueda de prensa de su portavoz este martes ha sido uno de esos momentos maravillosos que nos brinda el separatismo, cuando se ve obligado a hacer compatible su apoyo a los perroflautas con la necesidad de reprender a estacazo limpio a los más montaraces.

Cuando todo esto sucede con el PSOE en el Gobierno de la nación, el espectáculo es realmente completo. Sánchez se merece a Torra al frente de la Generalidad. Él y su vicepresidenta, que, como corresponde al personaje, está viviendo también unas jornadas verdaderamente gloriosas.

Carmen Calvo ya no se acuerda de desenterrar a Franco. Ahora más bien está centrada en que los españoles no entierren las esperanzas de su jefe de perpetuarse en la Moncloa. La situación es tan desesperada que no cabe descartar que el Gobierno socialista acabe haciendo cumplir la Constitución en Cataluña, alarde ultraderechista que, hasta ahora, no se le había pasado por la cabeza a ningún miembro de la banda.

Ahí tiene Pedro Sánchez a Torra, un personaje a su bajura, en plena psicosis obsesiva con desdoblamiento de personalidad incluido y al frente de una fuerza de 17.000 agentes armados. Arréglalo, crack. El reto es sugestivo porque no parece que el enfado por la tímida condena a los golpistas vaya a remitir en cuestión de horas.

El panorama es acojonante a dos semanas de la campaña electoral, en la que Sánchez ha de concurrir como el valedor de la unidad de la patria y, al tiempo, en el papel de colega mesetario del separatismo con el que se puede dialogar. Vayan preparando las palomitas, que esto está a punto de comenzar.

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