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Javier Somalo

Vía Caietana

Y el mejor mensaje, es el muy dantesco lanzado por Cayetana, rodeada de supremacistas y burgueses cromañones: “Pierdan toda esperanza”.

Y el mejor mensaje, es el muy dantesco lanzado por Cayetana, rodeada de supremacistas y burgueses cromañones: “Pierdan toda esperanza”.
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Hay pocos mensajes reconfortantes en esta semana que algunos quieren convertir en los fets d’octubre a pocos días de una nuevas elecciones.

Fuera cual fuera la sentencia del Tribunal Supremo sobre el golpe de Estado que sigue en pie, salvo la absolución, habríamos tenido a la gran productora cinematográfica que es la Generalidad de Cataluña ejecutando su representación, delictiva, mafiosa, violenta y golpista, pero representación al fin y al cabo y con final inesperado. Esto no le resta un ápice de gravedad al asunto, al contrario, ni excluye la posibilidad de que tengamos el primer muerto pero lo visto esta semana en las calles de Barcelona obliga a pensar en un guion en el que ya asoman algunas tramas muy preocupantes.

La fundamental es que parece que el Gobierno de Sánchez se ha creído ese guion y empieza a interpretar su parte como si conociera el desenlace. De otra forma sería inexplicable que el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, recomiende Barcelona como destino turístico en la misma frase en la que habla de los "grupos violentos" o que admita tener "información" de que la violencia va a decaer pero nunca la seguridad de que la vaya a reprimir su Ministerio. O que reconozca la existencia de "fuegos violentos", quizá para distinguirlos de los que avivan las sufridas castañeras (o castañeros), si es que les queda sitio en la Barcelona de los manteros.

Tampoco tiene explicación, como recordó Raúl Vilas en la tertulia de Federico, que se autoricen concentraciones de cedarras (CDR) poco después de desmantelar una célula que ya había ensayado con explosivos y tenía planes inequívocos de atentar… y no pase nada. Ya vimos a un Gobierno anterior pactando con los rebeldes que, para no hablar de referéndum, sacaran las urnas a la calle, como cosa festiva y simbólica, sin la oficialidad de los colegios electorales. Y por eso, el gabinete Rajoy negaba que se fuera a celebrar el referéndum… hasta que lo vio con sus propios ojos, siempre después que el resto de los ciudadanos. ¿Ha vuelto a suceder lo mismo con esa violencia menguante de la que habló el ministro? No hace falta nada más para exigir la destitución inmediata del ministro del Interior. Como ha dicho la Policía Nacional, siempre víctima de los tiempos políticos, "hay vidas en juego".

Pedro Sánchez, experto en giros de último minuto, va contando los días en su agenda electoral para que todo cuadre, desde Franco hasta los disturbios golpistas. Ayer parecía como si la estrategia del Gobierno fuera la de dar cuerda a la Cataluña de las hogueras y los asaltos hasta que llegue el momento propicio para dar el tirón, por supuesto con la vista puesta en las elecciones de noviembre. Firmeza electoral, quizá. Fraude, seguro. Y cuando llegue el primer muerto –o mejor, antes– habrá que preguntar al Gobierno en qué basaba su "información" de que la violencia decaería sin más. Y habrá que lamentar de nuevo –si no hay que hacerlo ya, porque los hechos superan el tiempo de cualquier artículo de opinión– que un Gobierno de España se creyera el espíritu festivo de los rebeldes, el guion cinematográfico de la Generalidad de Cataluña.

"Sabemos quiénes son y pagarán", los instigadores de la violencia. Es frase de Pedro Sánchez, que empieza a tener cara de mudanza presidencial y que contradice la placidez turística de Marlaska. Y tanto que lo sabe: como que le llevaron a La Moncloa montado en una moción de censura. Y no, no pagarán si el PSOE sigue en La Moncloa.

Decía que hay pocos mensajes reconfortantes, pero los hay. Y uno de ellos lo transmitió Cayetana Álvarez de Toledo en la plaza de San Jaime, rodeada de energúmenos que la llamaban "zorra" y "guarra" y la querían echar, no ya de Cataluña sino de España. Salvo el mal rato que pasó su escolta, la imagen de Cayetana, con las manos en los bolsillos, acercándose a los cromañones hiperventilados resume la actitud de firmeza que tanto se echa de menos. La muestra de manifestantes que rodeó sin éxito a la portavoz parlamentaria del PP era bien representativa: todas las edades, aspectos y condiciones, y todos xenófobos, atrabiliarios y supongo que machistas aunque nadie lo denunciará. No hace falta que prendan hogueras ni tronchen árboles, no necesitan pasamontañas o barras de hierro ni hacen botellón-molotov porque eso lo tienen subcontratado con profesionales o ninis de riñón cubierto. Son como son y nos los ha presentado, sin caretas, Cayetana Álvarez de Toledo. He ahí la Cataluña que quiere decidir su futuro sin saber que, con tales especímenes, carece de él. ¿De verdad que España tiene que consentirlo sin más?

Contra las barricadas, los adoquines, las hogueras y el hostigamiento a los policías que nos han contado de primera mano Miriam Muro y Esmeralda Ruiz desde, por ejemplo, la barcelonesa Vía Laietana, hay otra vía posible: la firmeza del que sabe que tiene la Ley de su lado. Y en eso, afortunadamente, están algunos, desde el PP hasta Vox pasando por Ciudadanos y, salvo que alguien se sincere, sin rastro del PSOE. Es la única salida.

Y el mejor mensaje, es el muy dantesco lanzado por Cayetana, rodeada de supremacistas y burgueses cromañones: "Pierdan toda esperanza". Es todo lo que una democracia que se precie puede dedicar a los que la quieren subvertir: que se vayan al Infierno. Empieza a resultar de lo más "proporcional".

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