
Los supremacistas catalanes, expertos en traficar con noticias falsas y en tergiversar la realidad más palmaria para acomodarla a sus intereses espurios, no se cansan de poner a los nacionalistas escoceses como modelo de tenacidad en el litigio con el Estado para arrancarle un referéndum de autodeterminación. Según Rafael Ramos, corresponsal de La Vanguardia en Londres, esta admiración no es retribuida, e informa (15/12) que:
Los dirigentes nacionalistas escoceses huyen con pavor de las comparaciones con Catalunya.
Utopías fracasadas
Es lógico que así sea, porque todos los argumentos de los escoceses giran -verazmente o no, esta es otra cuestión- en torno a su deseo de permanecer en la Unión Europea, como hasta ahora, cuando el Reino Unido rompa con ella. Todo lo contrario de lo que sucedería en Cataluña si los sediciosos consumaran su golpe, porque entonces sería España la que continuaría siendo miembro de la UE, en tanto que la repúblika mostrenca iría a hacerle compañía al Reino Desunido en el limbo de las utopías fracasadas.
De todos modos, aun en el caso hipotético de que Boris Johnson autorizara el referéndum, el futuro no sería halagüeño para los escoceses descontentos con el Brexit y dispuestos a independizarse para no sufrir sus consecuencias. 1) Deberían vivir fuera de la UE durante un lapso que no sería breve, hasta que se celebrara el referéndum. 2) Si los nacionalistas anti-Brexit perdieran el referéndum (en las últimas elecciones solo obtuvieron el 45% de los votos, y si consiguieron una mayoría abrumadora de diputados fue por las peculiaridades del sistema electoral británico), deberían apechugar con la crisis que asolará todo el territorio de Gran Bretaña. 3) Si los nacionalistas anti-Brexit ganaran el referéndum y el Gobierno británico les concediera la independencia, serían ellos quienes quedarían en el limbo de las utopías fracasadas durante los años que durarían los trámites para su ingreso en la Unión Europea.
Siempre saldrían perdiendo.
Carcundia secesionista
Estas son las razones por las que los escoceses miran con envidia a los catalanes y "huyen con pavor de las comparaciones con Cataluña" o, mejor dicho, de las comparaciones con los pirómanos de la carcundia secesionista. Envidian a los catalanes porque su comunidad forma parte -histórica, social, cultural y económicamente- de un Reino cuyos estadistas supieron encauzarlo, desde 1978, por los carriles de la democracia parlamentaria en una sociedad abierta, de ciudadanos libres e iguales, con todos los requisitos estipulados para ingresar en la Unión Europea.
Lo que espanta a los nacionalistas escoceses ansiosos por encontrar la vía para salvarse del Brexit es, precisamente, la estulticia de los sediciosos antiespañoles que se conjuran para exhumar una reliquia feudal divorciada de la UE, desmembrando de paso un país que ya ha hecho méritos para estar dentro de esta.
Chantajes políticos
Ahora los rupturistas montan un show para festejar que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea haya judicializado el procés, cuando su táctica era rechazar el imperio de las leyes para sacar provecho de los chantajes políticos. Un show en el que, con su típica artería, tratan de implicar a toda la Unión Europea.
Falso. La sentencia que celebran corrige puntualmente la decisión de prolongar la prisión preventiva del reo Oriol Junqueras después de que este fuera elegido eurodiputado, pero no impugna ninguno de los fundamentos de su condena firme por los delitos de sedición, malversación y desobediencia, que continúa vigente y que figurará en el suplicatorio al Europarlamento para que lo despoje de la inmunidad sobrevenida y lo deje practicar su vocación monástica en una celda privilegiada de Lledoners. Con el añadido de que, desdeñando el garantismo del TJUE, ningún gobierno o institución de la Unión Europea se aviene a tratar con los sublevados. Estos siguen sometidos al veto unánime de los poderes fácticos.
Mientras tanto, asistimos a la pantomima de que dos prófugos de la justicia española exhiban jactanciosamente sendas credenciales provisorias de eurodiputados. Carles Puigdemont y Antoni Comín no serán los únicos enemigos de la democracia y el Estado de Derecho que forman parte de ese cuerpo, donde anidan fascistas y comunistas de distintas nacionalidades. Curiosamente, estos dos capos de las hordas de vándalos que contaminan el ambiente incendiando neumáticos en las carreteras y mobiliario urbano en las calles, y que arrancan baldosas de las aceras para arrojarlas con bengalas y botellas de ácido a las fuerzas del orden, serán acogidos, junto con el Partido Pirata (sic), por el grupo autoproclamado ecologista (¡!) de Los Verdes.
Monigote irredentista
Urge el suplicatorio. El reconocimiento del prófugo aforado Carles Puigdemont como eurodiputado conlleva (Isabel Garcia Pagan, LV, 21/12):
El pago de seis meses de sueldo retroactivos -a 8.757,7 euros brutos al mes- y un catálogo de beneficios económicos. Una cuenta de 4.513 euros mensuales para gastos de oficina y 24.943 para asistentes -un máximo de tres en Bruselas y sin límites en Barcelona-. Luego están los viajes pagados, los 320 euros de dieta al día, el acceso a vehículos oficiales, la pensión…
La noticia se completa con la información de que es posible que el prófugo instale una oficina en Barcelona, ciudad que no visitará por consejo de sus abogados. Cuando Puigdemont anuncia su propósito de pisar tierra catalana se refiere, con la desfachatez propia de los anexionistas contumaces, al Rosellón francés, que quienes colaboraban con los ocupantes alemanes durante la Segunda Guerra Mundial bautizaron con el nombre de Catalunya Nord, equivalente a la mítica Occitania. Puigdemont recoge así el legado del escritor Robert Brasillach, fanático occitano y nazi furibundo, que fue fusilado después de la Liberación de Francia con el visto bueno explícito de Charles De Gaulle. Los servicios de inteligencia franceses tendrán que estar atentos a las actividades proselitistas de este intruso, que aspira a resucitar el monigote irredentista de los Països Catalans.
Foco infeccioso
La amenaza de balcanización que se cierne sobre España, que dejaría a cuatro provincias del Reino fuera de la Unión Europea y al resto del país herido, no procede de Bruselas, ni de Luxemburgo, ni de Estrasburgo. El foco infeccioso supura en Ferraz y en la Moncloa, inflamado por la ambición sin límites de un individuo desprovisto de escrúpulos morales y sentimientos patrióticos.
Pedro Sánchez está pactando con los enemigos de España. Así de claro. No son enemigos encubiertos ni embrionarios. Son enemigos que proclaman a voz en cuello su hostilidad y beligerancia. La Justicia española los ha sancionado por ello, y el felón los ha elegido como socios para su encumbramiento. Amancebado con otros crápulas, los comunistas a los que la auténtica memoria histórica les adjudica cien millones de víctimas mortales, cede a la extorsión de una minoría racista y le entrega los resortes del poder para oprimir a la mayoría inerme, humillada y saqueada desde hace cuarenta años por timadores profesionales montados sobre la plataforma mortífera de la pureza étnica.
Tranquilos
Los padres de la Constitución, empeñados en sentar las bases de la Monarquía parlamentaria mientras lidiaban con el terrorismo etarra y la amenaza de un golpe militar involucionista, no previeron que dentro de la sociedad regenerada se incubaría el huevo de una traición de tanta magnitud como la que estamos padeciendo. Sin embargo, su conocimiento de las debilidades humanas y del pasado histórico, les hizo incluir en la Carta Magna los instrumentos apropiados para "garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional". Estos instrumentos son los que hoy deben emplear los responsables de nuestra supervivencia como Nación civilizada. Escribe Miguel Ángel Aguilar ("Flaquezas de Sánchez, pulgas de España", Vozpópuli, 24/12):
Un general, Fulgencio Coll, que tuvo altas responsabilidades y las cumplió de modo impecable, ahora en la reserva definitiva y afiliado a Vox, dice que "Pedro Sánchez es un problema para la seguridad nacional" y pide "a los poderes del Estado" que impidan su investidura como presidente del Gobierno si pactara con ERC. ¡Ojo con Sánchez!
Tranquilos. Los miembros de la Unión Europea agradecerán que tomemos la iniciativa de cortar de raíz esta plaga nacional-populista antes de que se extienda, más de lo que ya está, por sus países. Y los escoceses seguirán mirando con envidia a los catalanes firmemente anclados en España y, por lo tanto, en la Unión Europea.