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Peng Shuai y la geopolítica

El pasado día 2 una conocida tenista china, Peng Shuai, publicó un tuit denunciando haber sufrido acoso sexual por parte de un preboste del Partido Comunista Chino.

El pasado día 2 una conocida tenista china, Peng Shuai, publicó un tuit denunciando haber sufrido acoso sexual por parte de un preboste del Partido Comunista Chino.
Peng Shuai. | Agencias

El pasado día 2 una conocida tenista china, Peng Shuai, publicó un tuit denunciando haber sufrido acoso sexual por parte de un preboste del Partido Comunista Chino. El texto desapareció a los veinte minutos y de ella no se volvió a saber nada hasta hace unos días, en los que dijo que estaba bien y admitió que las acusaciones que había hecho eran falsas. La Casa Blanca pidió una prueba de vida y el Gobierno chino se la dio. Este domingo, el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, habló con ella por videoconferencia. No le preguntó acerca del abuso.

¿Por qué el Gobierno chino organizó este encuentro virtual con esta autoridad deportiva en vez de con Steve Simon, presidente de la Women Tennis Association, que es quien más interés ha manifestado en saber de Peng Shuai? La respuesta es muy sencilla. El próximo febrero se celebrarán en China los Juegos Olímpicos de invierno y el COI no quiere que el caso de esta tenista dé al traste con un acontecimiento en el que hay muchísimo dinero en juego. Ya antes el vil metal jugó a favor del Gobierno chino. Hace un par de años un directivo de la NBA se vio obligado a pedir perdón por haber reclamado respeto para los derechos humanos de los hongkoneses. Lo hizo tras haber amenazado el Gobierno con prohibir las retransmisiones de la NBA en China y la consiguiente debacle económica. El problema hoy del COI es similar. Le basta saber que Peng Shuai está viva y goza aparentemente de buena salud. Lo demás le da igual.

Sin embargo, al menos para la WTA, este caso es diferente. No hay forma de saber cómo habría reaccionado Simon en caso de que un directivo suyo hubiera pedido mejor trato para los uigures, pero esta vez lo que está en juego es una denuncia de una mujer en el marco del movimiento Me Too, siendo él un varón que preside una organización de mujeres. Con independencia de su sinceridad, sencillamente no puede dejarlo pasar hasta que, como él dice, Peng Shuai pueda hablar con garantías de que no está siendo coaccionada y se haya investigado de forma independiente su denuncia. Aquí, las pérdidas millonarias que esto ocasione no pueden ser decisivas.

El Gobierno español y las feministas que en él ocupan cargos se callarán por estar China gobernada por comunistas, pero la WTA y el Gobierno de Estados Unidos no se van a callar. Para salir del charco en el que se ha metido, al Gobierno chino no le van a valer sus habituales bravatas. Lo único que pueden hacer es condenar al abusador, pactar con la tenista que se dé por satisfecha con eso y rezar para que cuando viaje al extranjero atenga sus declaraciones a lo estipulado.

Pero entonces, la pregunta realmente importante será si el resto de organizaciones deportivas tomarán ejemplo de la WTA y dejarán de cerrar los ojos ante las constantes violaciones de los derechos humanos que el Gobierno chino perpetra. Si lo hicieran, los Gobiernos occidentales podrían verse obligados a secundarlas. Ojalá.

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