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José García Domínguez

¡Es la inmigración, estúpidos!

Las nóminas de los más pobres en América están subiendo por la muy simple razón de que con la presidencia de Trump se frenó en seco la inmigración ilegal.

Las nóminas de los más pobres en América están subiendo por la muy simple razón de que con la presidencia de Trump se frenó en seco la inmigración ilegal.
Le Pen y Macron durante actos electorales el 27 de abril de 2017. | EFE

Para entender lo que está ocurriendo a estas horas en Francia, por más señas que el presidente de la República más mimado por el establishment —ese guapo, exquisito y elegante Emmanuel que saltó sin solución de continuidad del Consejo de Dirección de la Banca Rothschild al Consejo de Ministros—, esté viéndose forzado a verter sangre, sudor y lágrimas a fin de tratar de ganar, y por la mínima, a la simplota y bastorra de Marine, para entenderlo de verdad, lo mejor es desplazar la mirada hacia Estados Unidos. Porque en Estados Unidos anda ocurriendo algo muy raro de un tiempo a esta parte, algo que trae perplejo y descolocado incluso a alguien como Krugman, el oráculo económico de la ortodoxia de agua salada.

¿Qué pasa en Estados Unidos? Pues pasa que los sueldos de los perdedores, los de la gente normal y corriente, la que no puede estudiar en Harvard ni obtener doctorados galácticos en el MIT, resulta que están subiendo como la espuma. Sí, los ingresos de los don nadie, los mismos que llevaban cuatro décadas congelados, han dado en crecer de modo sorprendente. ¿Y eso qué tiene que ver con Francia y con el glamuroso sufridor del Elíseo? Pues, aunque no lo parezca, tiene mucho que ver. Porque sucede que el causante último de tan inopinada novedad para los trabajadores del montón fue… Donald Trump, el equivalente a Le Pen al otro lado del Atlántico.

Y es que las nóminas de los más pobres en América están subiendo por la muy simple razón de que con la presidencia de Trump se frenó en seco la inmigración ilegal, fenómeno que se acentuó todavía más a raíz de la pandemia y los ulteriores confinamientos. De ahí que ahora haya mucha menos competencia por los empleos poco cualificados en Estados Unidos, al haber menos gente demandándolos. Así las cosas, a los empresarios no les queda más remedio que aflojar la cartera si quieren conseguir sus servicios. ¡Es la inmigración, estúpidos! Pero ni la izquierda miope ni el guapo del Elíseo lo quieren ver. Solo Le Pen se atreve a abrir los ojos (y el contenido concreto de su programa de gobierno) ante esa evidencia palmaria en todas partes, tanto allí como aquí. Y por eso puede ganar.

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