Menú
Jesús Fernández Úbeda

El Gobierno es Cujo, pero la oposición ya no le teme

Sánchez Antipas intentó ocultar la cabeza de la exdirectora del CNI, pero la oposición se empeñó en exhibirla como instagramers hiperhormonados.

Sánchez Antipas intentó ocultar la cabeza de la exdirectora del CNI, pero la oposición se empeñó en exhibirla como instagramers hiperhormonados.
Margarita Robles, en el Congreso de los Diputados. | EFE

El Gobierno se ha convertido en una especie de Cujo, el san bernardo rabioso de Stephen King, que muerde con ferocidad y saliva ponzoña. La oposición ha olido/palpado la debilidad extrema del agresivo monstruo, le ha perdido el respeto y el miedo y, pese al lisonjeo electoralista y chatarrero de Cuca Gamarra a Feijóo, y pese a la vaporización creciente de las intervenciones de Espinosa de los Monteros, en la sesión de control de este miércoles, por vez primera en muchos meses, en términos generales, los diputados de PP, Vox y Ciudadanos –Edmundo Bal lo ha clavado– no han sido los desquiciados por los ministros sanchistas, sino los desquiciadores de estos. A ver cuánto dura la cosa.

El debate arrancó sin Margarita Robles, quien, por qué no, igual se encontraba bailando sobre la tumba de su decoro al ritmo de "L’orchestrina", de Paolo Conte, mientras monologaba, en plan Hamlet, ante la calavera de Paz Esteban: "Ser o no ser, ésta es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia?". Sánchez Antipas intentó ocultar la cabeza de la exdirectora del CNI, pero la oposición se empeñó en exhibirla como instagramers hiperhormonados. Cuca Gamarra: "Sus socios le pedían un chivo expiatorio y usted acata dócilmente. El mensaje enviado con el cese del CNI es un aviso a navegantes: quien cumpla con su deber, será cesado; quien mienta en favor del Gobierno, será premiado". El presidente respondía con el piloto automático activado, acordándose de la moción de censura y de la corrupción del PP. La bancada genovesa se cachondeó con estridencia. Edmundo Bal: "¿Es usted capaz de ponerse en la piel de un servidor público que lleva 40 años trabajando para España y que su Gobierno le deja en la estacada?". "También le pidieron, imagino, mi cabeza, y usted bajó el pulgar –añadió el portavoz de Cs–. Sé lo que es entrometerse en su camino de ambición. Usted no cree en España: usted sólo cree en usted mismo". El presidente, tenso e indispuesto, atacó en lo personal: "Me solidarizo con usted. Debe ser frustrante el sentirse tan bueno y tan poco reconocido".

La ministra de Defensa arribó al hemiciclo a las 9:28, al poco de que Eloy Suárez (PP) le recordara a Calviño que "el único partido condenado por corrupción es el PSOE". Se enfrentó a José Antonio Bermúdez de Castro, quien lamentó la "indigna destitución de la directora del CNI": "El problema es que el presidente Sánchez ha vuelto a someterse a las exigencias de ERC y de Bildu y ha entregado la cabeza de la directora del CNI para salvar la suya". "No se puede gobernar España cediendo ante el chantaje de quienes quieren destruirla", añadió el diputado pepero. Robles, amarilla y encabronada, rechazó cualquier "lección en la defensa de las FFAA, de los servicios de inteligencia y de los trabajadores públicos", agregando que, en ese sentido, "no van a encontrar a nadie tan coherente como yo". La melodía de Benny Hill, para sorpresa de muchos, no acabó sonando en el Palacio de las Cortes.

Rufián generó en el auditorio lo peor que puede generar un payaso sin gracia: pereza. Sus chistes empiezan a estar más caducados que Escenas de matrimonio. "Su patriotismo es tóxico y quiere mal a este país", dijo el portavoz de ERC a Robles. "O es responsable por acción, o por omisión –continuó–. Le pedimos responsabilidades no como independentistas, sino como demócratas". La ministra de Defensa, ansiando una tila, le reprochó, en plan señorita Rottenmeier, que no hiciera los deberes en la comisión de secretos oficiales.

Más sangre hubo en el turno de Bolaños. Carlos Rojas le preguntó dónde queda la dignidad del Ejecutivo, el ministro de Presidencia tiró de estribillo –los martillazos barcenistas– y el diputado popular se acordó de Chaves y de Griñán. Obsceno fue su enfrentamiento con Macarena Olona. "¿Va a hacer usted un ‘Edmundo Bal’? ¿Si las cosas no le van bien, vuelve al Congreso? ¿No será usted la ultraderechita cobarde?", le preguntó el socialista. La candidatísima voxera a la presidencia de la Junta se la devolvió llamándole "ministro Perejil": "El CNI no era responsable de la seguridad del móvil presidencial, lo es usted desde el año 2021. Honor y gloria para el CNI". Bolaños respondió con tres o cuatro tonterías que nadie, ni siquiera los suyos, tomó en serio de verdad.

Temas

En España

    0
    comentarios