Las relaciones de Sánchez con Marruecos son raras, obscuras y, sobre todo, injustificables, según se desprende de las intervenciones de este miércoles de todos los grupos políticos del Congreso de los Diputados. Salvo la minoría del PSOE, sí, minoritario es el grupo socialista comparado con el resto de todas las fuerzas políticas que pueblan el Congreso, nadie ha respaldado a Sánchez; más aún, los más duros e implacables con la "carta de entrega" escrita por Sánchez al rey de Marruecos, sin duda alguna, han sido sus socios de gobierno. Es difícil hallar más unanimidad crítica en el Congreso de los Diputados contra el presidente del Gobierno que la de este miércoles. El 8 de junio de 2022 será una fecha histórica en el amplio calendario de deslegitimación democrática por el que deambula Sánchez.
Nadie estuvo dispuesto a darle un solo argumento al presidente del Gobierno para que justificase lo absolutamente injustificable, a saber, que el plan de autonomía marroquí para el Sáhara, valga la redundancia, propuesto por Marruecos es la base "más sólida, creíble y realista" para afrontar el conflicto entre Marruecos, el Sáhara, Argelia y España. Mentira. Eso es una gran mentira, según han insistido, se dice pronto, todas las fuerzas políticas de España contra Sánchez. Las críticas al cambio de posición política de España con Marruecos en general, y sobre el Sáhara en particular, han sido de tal magnitud y contundencia que mueven al observador neutral de la política española, aparte de la extrañeza y el estupor, a la sospecha. Cualquier espectador normal de la decisión de Sánchez tiene todo el derecho del mundo a desconfiar de las intenciones personales y políticas de este hombre. Pocas personas en su sano juicio político, después de la lamentable comparecencia de Sánchez en el Congreso de los Diputados, pueden dejar de preguntarse: "¿Qué habrá realmente detrás de una decisión presidencial que no es respaldada ni por su propio Gobierno?", "¿por qué tomó Sánchez en secreto y sin contar con el apoyo de su entero Gobierno ni el auxilio del Parlamento una decisión que compromete al país entero?". ¡Quién sabe! Todo en este hombre ya es sospechoso. Obscuro y raro. Ya lo ha dicho García Page, uno sus correligionarios en la cosa socialista, aquí sólo existe el Uno: Sánchez. El resto no pinta nada. Sus aspiraciones dictatoriales son obvias.
Quizá algún día sepamos por qué ese giro personal de Sánchez con Marruecos. Pero me temo que tendremos que esperar la llegada de un futuro historiador de la muerte de la democracia en España, durante el periodo de Gobierno de Sánchez, para hallar una contestación clara y distinta. Hoy, sin embargo, sólo nos cabe seguir recelando de alguien que habla, e incluso exige, respaldo para "una política de Estado" sin contar siquiera con sus socios de Gobierno y de Parlamento. El secretismo de la decisión de Sánchez para entregarse a Marruecos, la carencia absoluta de explicaciones y, sobre todo, la crítica radical y unánime de todos los partidos políticos en su comparecencia en el Congreso dejan a este político sin legitimidad alguna para seguir en el poder. Una persona honesta tendría que hacérselo mirar, o sea dimitir.