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Daniel Blanco

A Luis Enrique no le gustan los periodistas

El asturiano tiene sus extravagancias pero me tendrá en su equipo siempre. Estamos en el mismo barco.

El asturiano tiene sus extravagancias pero me tendrá en su equipo siempre. Estamos en el mismo barco.
Luis Enrique, en rueda de prensa con la selección española. | Cordon Press

Andamos en el país futbolístico enredados con esta selección que, dicen, no transmite nada y algunos ya se afanan con posicionarse en la parrilla de salida del fusilamiento a Luis Enrique. Anda media España futbolística sin encontrar motivos para ver los partidos de la selección y la otra mitad dejando de hacer cosas para verlos. Andamos metidos en las guerras de club que siempre, no nos engañemos, han protagonizado estos parones sin darnos cuenta de que lo importante es el combinado nacional dejando a un lado los enfrentamientos de clubes.

Hasta que no llega una gran competición España no es muy de España, no es muy de ver los partidos amistosos o de esta nueva Liga de las Naciones. El país no es aficionado a la selección porque España siempre ha sido muy de clubes. En esas andamos hasta que, allá por junio de 2021 la selección de Luis Enrique, que no inspiraba ninguna confianza, protagonizó una gran Eurocopa. Porque sí, la Euro 21 fue buena a pesar de empatar cinco partidos de los seis jugados. En un torneo corto lo importante es hasta qué ronda llegas. Y España fue semifinalista.

Por eso han salido ya los que a punto de empezar aquella Eurocopa protagonizaban tertulias asegurando que España se iba a estrellar en la competición. Han salido ya los que no confían porque no confiaron nunca en este grupo. Y han salido porque el seleccionador es antipático, no es de su agrado y porque Luis Enrique tiene sus cosas. Es un buen técnico pero tiene las manías propias de un entrenador, las obsesiones que todos los entrenadores de nivel tienen y las hace públicas sin ningún rubor.

Es claro que al seleccionador no le gusta la exposición pública, le gusta el trabajo silencioso. No le gustan los periodistas porque siempre le hemos sido desagradables. Él ve enemigos en las ruedas de prensa. Las lidia mejor últimamente, mucho ha cambiado desde la época en el Barcelona o cuando era jugador. Pero sigue viendo un gremio contrario a sus intereses, no le gustamos y eso se nota.

Pero no por ello debía estar contra nosotros ni nosotros contra él. Ya me he significado como luisenriquista en esta casa y no me escondo. Creo, además, que tiene las ideas claras, el juego es vertical, muy ambicioso y a la selección no le ha ido mal con él en cuatro años. Una semifinal de Eurocopa y una final de Nations League. Ni tan mal.

Tiene sus extravagancias. Me tendrá en su equipo siempre, como todos los seleccionadores, pero diferiré con él en cosas tan evidentes como en situar, por puro ritmo de trabajo y competición, a suplentes en sus equipos como titulares en la selección. Sin embargo me tendrá a su favor en todas las explicaciones, futbolísticas todas, que da en las ruedas de prensa. Ahí hemos ganado un verdadero profesor, un líder para los suyos. Quizá por ello disguste tanto la figura del asturiano.

Me tendrá a su favor, también, en ser inasequible a campañas mediáticas para que vaya alguien a la selección. A Luis Enrique no le va a doblegar que que un periodista o varios pidan a ese jugador o a aquel otro. Es más, cuanto más le pidan, menos opciones tendrá de ir. Como si no conocieran al míster.

El Mundial está a mes y medio de empezar y este martes España se juega en Portugal su primer puesto del grupo B para acceder a la Final Four de la Liga de las Naciones. Una competición, para muchos, donde sería un fracaso no estar entre las mejores. Francia, Inglaterra, Alemania y Bélgica no lo estarán. Sólo por aportar algo de sensatez en este debate. La igualdad en el mundo del fútbol es abrumadora desde hace años y parece que la gente no se da cuenta. Luis Enrique sí y también se da cuenta de en qué barco está y del cargo que tiene. Seleccionar es su labor y asume con mucha entereza que eso le va a ocasionar alguna crítica. Lo complicado está en su trabajo diario. Lo cómodo es criticar desde el sofá.

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