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Marcel Gascón Barberá

El celo de la izquierda en humillar a Ayuso

Su audacia política sigue haciéndose evidente cada día, por mucho que la izquierda insista en llamarla loca, fea, tonta, bruja mala y asesina.

Su audacia política sigue haciéndose evidente cada día, por mucho que la izquierda insista en llamarla loca, fea, tonta, bruja mala y asesina.
La izquierda llama asesina a Ayuso en la manifestación por la Sanidad pública. | Dailymotion

Decenas de miles, y de creer a la organización unos cuantos centenares de miles, se pasearon el domingo por Madrid para denunciar el supuesto asalto a la Sanidad Pública del gobierno regional de Díaz Ayuso. Entre los motivos estéticos de la marcha, en la que participaban veteranos de la protesta oficialista y selectiva como el director de cine Pedro Almodóvar, destacó sobremanera un enorme muñeco que representaba a la presidenta Ayuso.

Probablemente inspirado en los gigantes con la imagen de Trump y otros líderes de derecha que se han sacado a pasear en anteriores manifestaciones de la izquierda en otros países, la figura representaba a la presidenta con una nariz de Pinocho, por mentirosa, y con esos ojos salidos y la expresión destemplada con que pintan sus caricaturas cuando quieren llamarla loca.

Más allá de la evidente motivación política de la manifestación (en un país sumido en una gravísima crisis económica e institucional, los sindicatos y los intelectuales salen a la calle a protestar no contra el gobierno central responsable de la debacle, sino contra el gobierno autonómico que mejor funciona y por su gestión en un sector en el que destaca sobre otros por sus buenas cifras), el muñeco y la retórica que la izquierda emplea contra Ayuso revelan su falta de límites y de escrúpulos a la hora de intentar humillar a quien ha designado su enemigo.

Poco antes de la manifestación del domingo, la escritora de izquierdas Maruja Torres comparaba a la presidenta de la Comunidad de Madrid con "la bruja mala de Mago de Oz" y a quienes la aplaudimos con los "monos amaestrados" que trabajan para ella en esta ficción. Torres hizo el atrevido símil en la Cadena SER, la más escuchada e influyente de España y la misma emisora que hace poco más de un año se escandalizaba porque un diputado de Vox llamara "bruja" a una socialista.

Este tipo de exabruptos que la izquierda no duda en calificar de machistas y antidemocráticos cuando vienen de la derecha se los permiten con admirable desparpajo intelectuales como Torres y medios como la SER cuando sirven a su empeño de deshumanizar a un adversario. Un adversario al que, día sí y día también, ridiculizan con saña con insinuaciones sobre su salud mental y caricaturas grotescas que en nada hacen justicia a su físico los mismos que se erigen en cruzados contra la estigmatización y el bullying, sobre todo si va dirigido a una mujer.

Pero por muy lejos que vayan en su empeño por atropellar la dignidad de Ayuso, los sondeos y el entusiasmo que despierta entre la gente que sigue beneficiándose de su gestión revelan que la mayor parte de la población, no sólo en Madrid, aprecia a la presidenta ya no sólo por los éxitos que demuestran todas sus estadísticas, sino por haber devuelto la nobleza a la política pese a estar bajo el fuego permanente del Gobierno más cínico de la historia democrática de España. Ayuso se la jugó para que Madrid pudiera seguir trabajando y viviendo pese al covid, y salió airosa yendo de cara de una de las conspiraciones más sucias y ridículas (la de los hoy justamente olvidados Teodoro y Casado) que se recuerdan en la política española. La audacia política y la calidad humana que demostró entonces siguen haciéndose evidentes cada día, por mucho que la izquierda insista en llamarla loca, fea, tonta, bruja mala y asesina.

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