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Cristina Losada

Vox y el protocolo inexistente

Sería más claro y honesto que Vox llevara la ilegalización del aborto en su programa. Porque llevarla, de forma abierta y sin tapujos, no la lleva.

Sería más claro y honesto que Vox llevara la ilegalización del aborto en su programa. Porque llevarla, de forma abierta y sin tapujos, no la lleva.
Rocío Monasterio, en esRadio. | LD

Hay que molestarse un poco, pero es perfectamente posible encontrar el comunicado de la Junta de Castilla y León, fechado el 12 de enero, en el que se detallan algunas medidas sanitarias y asistenciales para el fomento de la natalidad y el apoyo a las familias. Una de ellas es el protocolo de latido fetal y registro cardíaco. Se trata de monitorizar la frecuencia cardíaca para detectar posibles problemas en el feto. No se relaciona con la interrupción voluntaria del embarazo. En ningún momento. Pero ahí tenemos la típica y agria polémica y hasta una suerte de amenaza de aplicar el 155 por parte del Gobierno. Todo ello basado en nada, como es también común y corriente.

La base volátil son unas palabras del vicepresidente Gallardo, según las cuales se les iba a ofrecer la escucha del latido a las mujeres que estuvieran en proceso de interrupción voluntaria del embarazo. En qué se fundó Gallardo para realizar esa declaración, yo lo ignoro. Pero en el comunicado de la Junta, que se ha venido citando como fuente, no se puede basar. Esto es lo que hay. No existió ni existe ningún protocolo como el que dijo Gallardo. Cosa distinta es que Vox quiera implantar algo así, como parece, a juzgar por la encendida defensa que están haciendo algunos de sus dirigentes.

La líder madrileña, Rocío Monasterio, insistía en una entrevista en esRadio en que estar en contra de ofrecer la escucha del latido es tomar a las mujeres por tontas. Son lo suficientemente listas, decía, para decidir si quieren tener o no esa "información". Pero es mal argumento. Y de doble filo. Pensar que las mujeres que van a abortar no saben que el embrión o feto tiene vida y hay que demostrárselo con la escucha del latido, es tomarlas por tontas. Ya saben que hay vida. Saben que ese embrión va a ser una criatura. Por eso la decisión de interrumpir el embarazo suele ser difícil y muchas veces traumática.

No hay por qué escudarse detrás de la asepsia de la "información". Lo que se pretende hay que decirlo. Si lo que se quiere es que la mujer cree un vínculo emocional con el feto y se arrepienta de su decisión, dígase. Si se quiere que cuando no se arrepiente, se sienta más culpable, dígase también. Pero esto no es información aséptica, racional, científica. No es dar información, como ya se hace, sobre ayudas y alternativas. Es un intento de chantaje emocional.

En el acuerdo de gobierno entre PP y Vox en Castilla y León nada prefigura una medida como la que ahora propugna Vox. Hay, sí, una voluntad de apoyar la natalidad. Pero la natalidad se apoya promoviendo los embarazos deseados, dando ayudas a la maternidad, facilitando la conciliación. ¿Qué medidas ha sugerido Vox en la región para avanzar en esos asuntos? ¿Hay algo en conciliación y ayudas que pueda mostrar como un paso adelante? Topamos aquí con un problema político. Ninguna de las medidas convencionales de apoyo a la natalidad permiten decir que se está en lucha heroica y desigual contra "la cultura de la muerte". En cambio, la escucha del latido tiene ese aire entre misionero y mesiánico de salvar in extremis a las ignorantes, las engañadas o las pecadoras —¡arrepentíos!— y a las vidas que llevan dentro. La imagen especular de las obsesiones moralizantes y catequizadoras de la izquierda. Sería más claro y honesto que Vox llevara la ilegalización del aborto en su programa. Porque llevarla, con claridad, de forma abierta y sin tapujos, no la lleva.

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