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EDITORIAL

Las reglas democráticas y Sánchez

La JEC no es más que un simulacro de videoarbitraje incapaz de procesar la intrínseca naturaleza corrupta, tramposa y dictatorial del sanchismo.

La Junta Electoral Central (JEC) le ha abierto un expediente a la ministra portavoz y de Política Territorial del Gobierno de España, doña Isabel Rodríguez. El anuncio le ha causado tanta impresión a la vocera de Sánchez que lo primero que ha dicho es que acata la resolución "como no podía ser de otra manera". O sea, como si no fuera con ella y como si la JEC fuera una tontería. La última noticia en Moncloa del órgano superior de la administración electoral es que a Sánchez le pusieron una multa de 500 euros por dar una entrevista en su residencia oficial durante la última campaña de las generales. Quinientos euros pagados por los contribuyentes, más un recargo de 4.000 en costas porque a Sánchez le dio por recurrir la sanción. No será por dinero.

La JEC ha señalado ahora las comparecencias oficiales posteriores a la reunión del Consejo de Ministros. La portavoz Rodríguez no hace más que expandir basura, atacar a los adversarios y jalear a su amo en una tribuna que debería estar al margen de la contienda electoral, una tribuna informativa, no propagandística. Las diferencias son obvias hasta para Sánchez. Pero tratándose de la izquierda gobernante, pretender ruedas de prensa en vez de mítines es demasiado pedir. ¿Un mínimo de dignidad institucional? El meme del día es que alguien pide permiso para meter a un tal Bolaños en el grupo de WhatsApp.

Los ministros de Sánchez no respetan nada, ni siquiera las más elementales normas democráticas. La corrección institucional es una vaga mezcla de latín y derivadas para Isabel Rodríguez. El deterioro de las formas es uno de los signos vertebrales del sanchismo. No hay más que ver el esperpento de Petro en Madrid, otro capítulo ridículo del Gobierno en la línea del 2 de Mayo de Bolaños.

La portavoz del Gobierno seguirá haciendo electoralismo, agitación y propaganda hasta el último momento. Las reglas democráticas no existen para el Gobierno. La JEC no es nada frente a la voluntad aplastante y totalitaria de Pedro Sánchez. Le puede quitar el acta de diputada a una condenada por corrupción como la presidenta del parlamento catalán pero no puede impedir que Sánchez utilice todos los resortes del poder, legales o no, para mantenerse en la Moncloa.

Las elecciones para la izquierda son barro, juego subterráneo, ministros lanzándose en plancha hacia una tribuna, puntapiés, codazos, mentiras, insultos e insidias. Frente al despliegue "electoral" del PSOE en todas sus formas y variantes, con la manipulación de los datos de empleo como último episodio, la JEC no es más que un simulacro de videoarbitraje incapaz de procesar la intrínseca naturaleza corrupta, tramposa y dictatorial del sanchismo.

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