
Desconocemos si Pedro Sánchez sueña con ovejas eléctricas, pero sabemos que el presunto androide de Adamantium, el maquiavélico killer de la Moncloa, tiembla como la niña de Jurassic Park ante el velocirraptor en cuanto Míriam Nogueras amenaza con la independencia. Durante la sesión de control al Gobierno de este miércoles, el presidente respondió a la valida del prófugo reprimiendo un pavor nervioso que, incontrolable, se manifestó con una tiritona constante en su brazo derecho, con el que agarraba sus apuntes. Humillándose con serenidad y posando erguido, pero con la mano diestra centrifugando como una lavadora vieja. Hay cierta belleza en un cíborg acojonado.
Alberto Núñez Feijóo exhibió el reciente 40-9 de las elecciones gallegas y Sánchez, acorralado e iracundo, recurrió a la comida de campaña más comentada de los últimos tiempos: "Debe tener el coraje de explicar a los 350 diputados y a los 48 millones de españoles lo que dice en privado a 16 periodistas". El líder del PP, desafiante y socarrón: "Usted dijo que esto era un plebiscito sobre mi persona. Pues aquí me tiene, de pie". Remató la faena afeándole que "nadie del Gobierno" acudiera a Barbate para "dar la cara": "A los que están en contra de la Guardia Civil, todo; a la Guardia Civil, nada". El presidente del Gobierno, muso de sí mismo, le contestó: "Todo usted es mentira". Habla el burro de orejas.
Nogueras fue clara: "Convenza al pueblo de Cataluña de que esta vez van a cumplir con sus presupuestos". La miss puigdemontonera denunció que su comunidad autónoma "trabaja, paga y calla" y exigió la independencia "porque nos sentimos catalanes y no españoles" y porque garantiza "la supervivencia de nuestra nación y de nuestra cultura". Sánchez la escuchaba agarrándose al pinganillo como si fuera un transistor y, tras el "¡¡¡Visca Catalunya lliure!!!" de la diputada de Junts, soltó una sarta de cesiones y de promesas a todas luces insuficiente para el voraz banco de barracudas que le mantiene el poder. El presidente transmitió insuficiencia y, sobre todo, incredulidad. En estas, le brotó el tembleque manual antes referido.
María de las Mercedes Aizpurua, condenada por apología del terrorismo, aprovechó que el Arga pasa por Pamplona para ciscarse en el Supremo por anular el traspaso exprés a Navarra de las competencias de tráfico que el Gobierno pactó con EH Bildu, considerándolo un "ataque a la voluntad política y democrática de Navarra": "El poder judicial, de la mano de la Guardia Civil, se convierte en instrumento político contra los intereses mayoritarios". Sánchez, sumiso y manso, recurrió al sí, bwana y lamentó la demora en la tramitación de una cosa que, según dijo, prometió Aznar en el 96.
Esta es buena: según María Jesús Montero, la victoria del PP en Galicia "pone de manifiesto la debilidad del liderazgo del señor Feijóo". Cualquiera se atreve a descifrar la mente de la vicepresidenta primera del Gobierno de España. Cayetana Álvarez de Toledo, implacable, profetizó que la Ley de Amnistía "podrá ser aprobada, pero no aplicada": "¿Qué van a hacer cuando los tribunales constaten que su brillante obra de ingeniería jurídica choca contra la Constitución y el derecho europeo?". Respuesta de Bolaños: "Recae sobre sus hombros representar a toda la alineación ultra". De nuevo, la diputada del PP: "Me enternece. Sigue con la letanía que fracasó en Galicia. Habla de mentiras, hipocresía, cinismo… ¿Usted, en serio? ¿Qué tal las citas clandestinas en Suiza? ¿Y el verificador? El señor Sánchez quiso montar un muro contra la derecha y le ha puesto una lápida a la izquierda". Hale, marchando.
El ministro de Agricultura, Luis Planas, sufrió un pequeño mareo refiriéndose a las protestas de los agricultores –llamarlo "Rebelión de los Tractores" me parece ridículo– y a Grande-Marlaska le faltó el aire después de que Miguel Tellado, quien no se caracteriza por hacer prisioneros, afeara a un Sánchez ya ausente/huido que "el día que asesinan a dos guardias civiles en Barbate se va de fiesta a la alfombra roja de los Goya". El portavoz del PP en el Congreso mordió y no soltó a su presa: "¿Sabe lo que es el honor? Es la divisa de la Guardia Civil. Miguel Ángel González y David Pérez sabían muy bien lo que es el honor. (…) Si le queda algo de honor, dimita. Si le queda algo de dignidad, dimita". Elías Bendodo, con menos volumen, fue también a la yugular: "Coja la última puerta que tiene abierta antes de que le tiren por la ventana. Lo van a hacer, es cuestión de tiempo". Ana Belén Vázquez, en la misma línea: "Intentó disimular yendo a Pamplona y una viuda le enseñó lo que es el honor y la dignidad. No es de recibo condecorar a los muertos cuando ha abandonado a su suerte a los vivos". El ministro del Interior, apestando a formol político, se escudó en el paseo en barco de Feijóo con Marcial Dorado. Mas nunca olviden que los zombis muerden y matan después de muertos.