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España es una fábrica de pobres

España atrae a masas ingentes de pobres sin cualificar de todo el planeta que no encuentran empleos fuera de la economía sumergida y sus aledaños.

España atrae a masas ingentes de pobres sin cualificar de todo el planeta que no encuentran empleos fuera de la economía sumergida y sus aledaños.
Sánchez, en un acto. | Europa Press

Cuanto más crece la economía española, más crece la pobreza en España; y no sólo la pobreza, sino también la desigualdad. No se trata de una opinión, la mía personal, necesariamente subjetiva y acaso sesgada: lo dicen todos los indicadores estadísticos oficiales, tanto los nacionales como los que elabora Eurostat con cifras agregadas del conjunto de los países miembros de la Unión Europea. A más riqueza en España, pues, más pobres en España. Algo, esa evidencia empírica, que no deja de presentar un mérito adicional cuando se certifica que tal estado de cosas ocurre bajo un Ejecutivo que se presenta a sí mismo como el más izquierdista de la historia contemporánea del país.

Porque no sólo España ocupa ahora mismo un puesto vergonzoso en el furgón de cola continental en términos de equidad en la distribución de la renta, junto con Rumanía, Bulgaria, Letonia y Lituania, sino que también, como ya se ha apuntado, la pobreza medida en términos absolutos no cesa de aumentar, mes tras mes. En concreto, una fuente tan poco sospechosa como el INE acaba de difundir hace unos días el dato desolador de que la población en riesgo de pobreza alcanza el 26,5 % del total nacional, uno de cada cuatro habitantes.

Por lo demás, ese definitivo desastre colectivo se está produciendo en paralelo a la irrupción del mejor entorno de los últimos cien años para que los jóvenes puedan conseguir empleos de calidad y bien remunerados; el mejor en un siglo, sí. Y la razón es simple: ocurre que en este muy preciso momento nos estamos jubilando los miembros de la generación del baby boom de los 60. Por tanto, hay ya huecos a montones en las empresas para que los ocupe quien quiera trabajar. Y va a haber muchos más. Entonces, ¿qué demonios pasa? Pues pasa algo también muy simple, a saber: que España atrae a masas ingentes de pobres sin cualificar de todo el planeta que no encuentran empleos fuera de la economía sumergida y sus aledaños, el circuito marginal donde impera la miseria. He ahí la cruda verdad que tan pocos quieren admitir.

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