
La captadora de fondos, mentora de empresas y directora de cátedra de la Complutense llegó en coche oficial y movilizó a cien policías con apoyo aéreo para declarar en un juzgado de Madrid por presuntos delitos de corrupción y tráfico de influencias. Como cualquier español.
Dicen que todo es fango y bulería por ser quien es, que sólo se meten con ella por dormir con el presidente del Gobierno. A lo mejor eso explica que fuera captadora de fondos, mentora de empresas y directora de cátedra de la Complutense sin carrera conocida. Desde luego por ser Begoña Gómez nadie la iba a importunar.
Con lo que le han gustado a Bego los desfiles, con la de escalinatas de Falcon que ha descendido, melena al viento. Con la de modelitos que ha paseado: aquel rojo de hombro descubierto en el Museo del Prado durante una cumbre de la OTAN que encandiló a Joe Biden, el inefable modelo-disfraz de Bali en la cumbre del G20 o el posado oficial con el matrimonio Trump en el que Begoña, primera dama postiza, parecía la bandera confederada sin viento. Pues esta vez nos ha dejado plantados. Y no será porque no había expectación.
En ninguno de los escenarios citados debió tener protagonismo alguno Begoña Gómez, esposa del presidente y nada más. En los juzgados de la Plaza de Castilla, sí. Ahí sí que era la prota aunque no le gustara el papel. Lo fue hasta Cristina de Borbón, como ha recordado el editorial de Libertad Digital. Pero a la captadora de fondos, mentora de empresas y directora de cátedra sin carrera conocida se le ha abierto el garaje para evitar escarnios.
El ministrazo Bolagnieu, que encarna la comunión de poderes del Estado en su cartera (Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes), dice que lo de Begoña es una mera invención.
"Es tan claro que no hay nada de nada, que si este proceso policial continúa será lógico que los ciudadanos se pregunten por qué se prolonga innecesariamente y qué se pretende. Creo que esta es la clave de lo que hoy hemos visto en el juzgado de Madrid".
Bolaños comprende a la Esposa, que "ni sabe de qué se le acusa, algo normal porque no hay nada de qué acusar". No queda claro entonces por qué le ha dado por ir al juzgado poniendo patas arriba medio Madrid. Será porque le ha llegado una citación al Palacio. Otra cosa es que para el ministro esférico las aventuras sostenibles de Bego no constituyan delito alguno. Pero de ahí a lanzar una acusación de prevaricación contra el juez Peinado, que al final sólo tenía un DNI, va un trecho intolerable. Resumen: el ministro de Justicia presiona a un juez y le acusa de provocar "indefensión" a la imputada. Nada nuevo bajo el socialismo.
El trámite se ha resuelto con normalidad procesal. ¿No estaba notificada sobre una de las querellas? Pues se le notifica y vuelva usted el día 19 del corriente. El abogado de Begoña, Antonio Camacho, fiscal de formación, ex ministro del Interior y mano derecha de Rubalcaba durante el chivatazo a ETA en el bar Faisán, lo ha tachado de "sorprendente". No le habrá venido otro argumento más sólido al hombre.
Universidad privada de la Moncloa
Si Bego no va a la universidad, la universidad irá a Bego. Sobre todo, si la visita es al Palacio de la Moncloa. No es fango ni bulo, lo ha reconocido ante el juez y como testigo —si miente es delito— el rector de la Universidad Complutense de Madrid, Joaquín Goyache.
Nos cuenta Miguel Ángel Pérez de fuentes jurídicas que "Goyache ha reconocido tener el teléfono móvil personal de la esposa del presidente del Gobierno Pedro Sánchez".
No hay honoris causa en el entramado universitario de Begoña. Ella dirige una cátedra sin tener acreditado estudio superior alguno y, por lo escuchado en alguna de sus intervenciones, sin traslucir nivel académico suficiente como para dirigirse a nadie con expectativas de aprender o pasar el rato.
Pese a tener su número en la agenda fue la secretaria de Begoña Gómez —sí, la secretaria— la que llamó a Goyache para invitarle a Palacio. "La esposa del presidente quiere hablar con usted," le diría. Dicho y hecho, el rector se presentó a la cita y por allí no había ni rastro de Pedro Sánchez. No han trascendido detalles de si hubo té, café o agua del grifo presidencial pero el caso es que Begoña, Bego, le explicó el proyecto de la cátedra de Transformación Social y Competitiva. Y amén. En cuatro meses estaba en marcha el chiringuito presidencial. Las paredes de la Moncloa es lo que tienen.
Goyache ha tenido que reconocer que no hay otra cátedra extraordinaria igual a la de Bego, codirigida por una persona sin cualificación. Del software descuidado por la esposa de Sánchez no se sabe más, de momento.
Nada de esto es grave en comparación con lo que vendrá cuando la acusada se dé por enterada de los cargos y el caso empiece a volar de verdad. De Dominicana a África, con los Hidalgo y la Organización Mundial de Turismo, que parieron Wakalua para patrocinar el Africa Center de Begoña poco antes de recibir un rescate de 475 millones de euros para la línea aérea de los Hidalgo. Un rescate con "carácter reservado", según el Gobierno.
No tardarán en salir a escena Víctor de Aldama, mediador de Globalia y comisionista en la compra de mascarillas en plena pandemia. Eso nos llevará a Koldo, que es Ábalos y juntos nos iremos a la Venezuela de Delcy Rodríguez, que se recupera tras la abrupta caída de un mamón sobre su coche. De la aventura universitaria habrá que recordar el papel de Juan Carlos Barrabés, uno de los recomendados de Bego, que consiguió millonarios contratos públicos y le montó el máster. Era un empresario ejemplar también para Pedro Sánchez, lo dijo públicamente.
Si a algo se parece esta espesa trama es a ese fango que denuncia el presidente. Todos se conocen entre sí y unos llevan a otros con o sin intención. La argamasa entre tanto adoquín es la de siempre, la que más une: la corrupción. Y todavía nos falta mucho por saber de la rama fraterno-presidencial, la de David Sánchez, el músico viajero.
Dice Begoña Gómez que no sabe qué cargos tienen contra ella. Esto empieza a apuntar a que Pedro no sabía nada, que desconocía las andanzas de su señora. El viernes, día de la declaración se fue a Stuttgart a ver el golazo de Merino a Neuer. A ver si aquí el que va de infanta Cristina va a ser Sánchez…
Esperaremos al 19 de julio, ya con Bego enterada e instruida, para saber qué le cuenta al juez. Tenemos derecho a verlo y escucharlo. Una directora de cátedra sin carrera conocida, mentora de empresas y captadora de fondos tendrá mucho que decir. Lo mismo hasta acaba hablando de su marido, el del fútbol.