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Pedro de Tena

Cinco desvergüenzas mayúsculas en el congreso de un autócrata

¿Qué puede ocurrir que nos sorprenda de alguien que tiene a su familia, a sus allegados y a sus nombrados imputados en procesos judiciales y no dimite?

¿Qué puede ocurrir que nos sorprenda de alguien que tiene a su familia, a sus allegados y a sus nombrados imputados en procesos judiciales y no dimite?
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), junto a miembros de su ejecutiva al comienzo del 41 Congreso Federal del PSOE reunido en Sevilla este sábado. EFE/Julio Muñoz | EFE

Cuando escribo aún no ha pronunciado su discurso Pedro Sánchez en el circo socialista de Sevilla. Estoy seguro que será la quinta desvergüenza insoportable para quienes aún esperamos que haya decencia en el comportamiento personal y político en una democracia. ¿Qué puede ocurrir que nos sorprenda de alguien que tiene a su familia, a sus allegados y a sus nombrados imputados en procesos judiciales y no dimite?

Pero España es diferente hasta en el tratamiento de la sinvergonzonería. Ya lo percibió Ortega cuando describió que "es penoso, pero es forzoso decir que el español ha sentido casi siempre una tácita simpatía hacia el sinvergüenza. Por eso es tan inútil en nuestro país demostrar que alguien es un sinvergüenza. La sentencia no se ejecuta; más bien se convierte en diploma". Exacto. Millones de fieles cada vez más antidemocráticos lo votan a pesar de lo evidente que es su desvergüenza.

Recordaré sólo algunos casos. La socialdemócrata Franziska Giffey, ministra de Familia del gobierno de Angela Merkel(2021) dimitió por sospechas de plagio en su tesis doctoral. El socialista portugués, Antonio da Costa, dimitió por haber sido imputado en un caso de corrupción afirmando tal situación "incompatible con la dignidad del cargo". A Sánchez, ni las mentiras sobre su formación, sobre sus alianzas y sobre sus promesas, ni sus fraudes a todo un Congreso e incluso a Susana Díaz, a la que engañó o a la imputación de sus allegados y familiares, le causan el más mínimo escrúpulo moral.

Dado el personaje, cualquier vileza se espera de él. Ya no hay límites. Pero lo del Congreso de Sevilla de estos días, ha superado todo lo imaginable. Primero, el minuto de silencio por las víctimas de la Dana de Valencia con el impresentable Zapatero de telonero especial. ¡Qué infamia la de un partido y un gobierno que no ayudaron ni ayudan como deberían a las miles de familias afectadas por la tragedia y que, sin embargo, escenifican un luto oficial!

Segundo, el llamamiento a la lealtad proclamado por el mismo siniestro personaje. ¿Lealtad a quién? Naturalmente que a la organización y al PSOE. Quien crea que los socialistas tienen otras lealtades están en un error. No han sido ni son leales a la democracia liberal ni antes de la Guerra Civil, ni durante ella, ni después de ella porque ni la desean ni la soportan. Su finalidad ha sido y es la dominación social y la invasión de las instituciones para impedir la presencia política de los enemigos.

Tampoco son leales a una nación española en la que no creen, a la que dividen en taifas desiguales según sus intereses políticos, a la que mutilan todo sentido del patriotismo, a la que adoctrinan sin escrúpulos sobre su historia, a la que humillan mediante privilegios y dádivas a los asesinos y el oscurecimiento de las víctimas que dieron su vida por la democracia y la ley, a la que quieren rota y roja silenciando y sacrificando a más de la mitad de los españoles.

Tercero, el nuevo y vergonzoso timo de la singularidad. Andaluces, gallegos, madrileños, murcianos…Todos somos singulares por lo que tendremos una financiación singular. ¿Y qué significa eso? Naturalmente, singular no quiere decir igual sino que cada región tendrá un trato económico diferente según su "singularidad". ¿Y eso qué es? Que cada una de ellas recibirá lo que el gobierno decida que es conveniente para sus intereses políticos. O sea, desigualdad radical entre ciudadanos. Blanqueamiento de los fueros y privilegios. O sea, la Constitución se ha enviado a la trituradora, una vez más.

Siendo grave todo esto, la gran desvergüenza mayúscula del Congreso la protagonizaron los condenados por el caso ERE, Chaves, Griñán y parte de la banda, aclamados por unos asistentes ya insensibles a todo respeto por las decisiones judiciales. Nunca olvidaré al despreciable Juan Espadas, pomposo cadáver, nombrando a los bandoleros del socialismo andaluz liberados por Conde Pumpido ni a la propia Susana Diaz, ella, sí, ovacionándolos. Sólo faltó a la cita el recién condenado a 3 años de cárcel y una multa de 50 millones, secretario general de la UGT Andalucía, Francisco Fernández Sevilla y cuadrilla. ¿O también estuvieron?

¿Se puede mantener una democracia como la derivada de la Transición y contemplada en la Constitución de 1978 cuando uno de sus principales partidos ni es democrático en su funcionamiento ni acepta las reglas del juego de la democracia? Sánchez es ya Autocracia. Ofrece dinero, negocios, cargos, seguridad e impunidad a sus secuaces. Otorga inmunidad ante los tribunales, ante la opinión pública controlada y ante el mundo a cambio de la sumisión más absoluta.

¿Y qué hay enfrente? Un descosido político, con un PP "transversal" (así se llama ahora a la poquedad política) que corteja y subvenciona a sus enemigos e incapaz de hacer amigos y un Vox que se despedaza a sí mismo y atasca todo frente común. ¿Y la oposición civil harta, cansada y decepcionada? Pues desmadejada y sin opciones frente a una organización disciplinada y autocrática que ocupa más y más las instituciones, con la única resistencia de parte del poder judicial, de parte de la Guardia Civil, de parte de las redes sociales y de la prensa.

Si alguien ve una salida, que lo diga. Soy todo oídos.

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