Menú

Proteccionismo y guerra

Preocupa más el proteccionismo de Trump por el deterioro geopolítico que pueda originar que por las desventajas económicas que con seguridad entrañará.

Preocupa más el proteccionismo de Trump por el deterioro geopolítico que pueda originar que por las desventajas económicas que con seguridad entrañará.
El presidente estadounidense Donald Trump. | EFE

La política que se propone emprender Donald Trump está siendo muy criticada por sus previsibles perjuicios económicos. Son críticas que provienen desde la ortodoxia académica, que tiene bien demostrado cuán beneficioso es para el común el libre comercio y lo muy nocivo que para todos es el proteccionismo. Pero en Estados Unidos son mayoría los que esperan un fuerte impulso a su economía, aun admitiendo que es una política inflacionista que perjudicará a los consumidores. De lo que no cabe duda es de que dañará a Europa. En cualquier caso, los economistas lo discutirán.

De lo que casi nadie habla sin embargo es de los menoscabos estratégicos que una ola proteccionista podría generar. Cuando se discute de las causas de la Segunda Guerra Mundial, se habla de las duras condiciones impuestas por el tratado de Versalles, de las facilidades que los préstamos norteamericanos dieron a Alemania para recuperarse, de la llegada del fascismo, de la voluntad de revancha, del apaciguamiento y de un sinfín de cosas más que son sin duda muy relevantes. Se habla también del crash del 29 y de la pobreza que generó durante los años treinta en todo Occidente para explicar el ascenso del fascismo y la consiguiente guerra que tal ideología ocasionó. Pero, se olvida que aquella miseria no fue tanto provocada por el batacazo de los mercados como por el frenesí arancelario que desencadenó. Incluso el imperio británico, paladín del librecambismo más libérrimo, se dejó seducir por las tarifas creyendo que la inmensidad del imperio le permitiría autoabastecerse. Los años treinta, el comunismo, el fascismo como reacción a él, las revoluciones obreras, las represiones consiguientes, las dictaduras, el deseo de algunas naciones de conquistar territorios con los que incrementar sus recursos, son todos hijos del proteccionismo traído por el 29.

Hoy el mundo es completamente diferente. Y quizá tengan razón quienes dicen que hay que pararle los pies a China, que compite en el mercado internacional con ventaja, o que es necesario contener el disparatado consumismo que padecemos en Occidente limitando, arancelariamente, la cantidad de bienes disponibles. Pero, con una guerra en Ucrania; Moscú queriendo volver a ser una gran potencia parecida a la URSS de la Guerra Fría; Pekín esperando la ocasión de recuperar Taiwán y queriendo dominar el Mar del Sur de la China, además de crear una zona de influencia en el Sudeste Asiático; la India deseando ajustar cuentas de una vez con Pakistán; Irán herido a punto de disponer del arma atómica, y Corea del Norte olfateando la oportunidad de recuperar el Sur de la península y pasarle al cobro a Japón las muchas deudas que tiene pendientes con él, no es el lugar ideal para emprender una guerra comercial que podría conducir a la recesión a muchas naciones, entre ellas, a Alemania y a Francia. Más de una se sentirá tentada de resolver sus crecientes problemas por la fuerza.

Los economistas dirán lo que quieran, pero visto así, preocupa más el proteccionismo de Trump por el deterioro geopolítico que pueda originar que por las desventajas económicas que con seguridad entrañará.

Temas

En Internacional

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Escultura