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El antiliberalismo de Trump

Si los pensadores liberales fueron el faro intelectual de la derecha estadounidense durante décadas, el trumpismo representa su naufragio.

Si los pensadores liberales fueron el faro intelectual de la derecha estadounidense durante décadas, el trumpismo representa su naufragio.
EUROPA PRESS

Donald Trump, autoproclamado "Tariff Man" ("hombre arancel"), ha dinamitado los cimientos del liberalismo clásico que Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Milton Friedman y James Buchanan habían puesto en EE. UU. Si los pensadores liberales (eran economistas de verdad, de los que saben tanto de filosofía e historia como de economía) fueron el faro intelectual de la derecha estadounidense durante décadas, el trumpismo representa su naufragio, un giro hacia un antiliberalismo visceral que abraza el proteccionismo, el intervencionismo y un nacionalismo agresivo en contra de los principios de libertad individual y el libre mercado. El trumpismo no es solo una traición al liberalismo, es el germen de un neofachismo trumpista-putinista que huele a matonismo y desprecia el espíritu liberal.

Los liberales que sostenían a Reagan, con su apuesta por el librecambismo heredero de Adam Smith, veían en el comercio sin barreras espurias el motor tanto de la prosperidad como de la paz. Trump (como Putin y Xi Jinping), en cambio, se regodea en aranceles y autarquía, como si el "interés nacional" de los plutócratas pudiera imponerse a la lógica del mercado y al bienestar del pueblo. Mientras el liberalismo aboga por "monedas duras" y una economía no manipulada por los intereses sucios del gobierno de turno, Trump ha coqueteado con inflar la oferta monetaria para un rédito político fugaz, una herejía para cualquier liberal. Respecto a Groenlandia, Canadá y México, en su obra Gobierno omnipotente, Mises condenó la expansión territorial como raíz de guerras; Trump, en cambio, fantasea con conquistas globales como un César de reality show. Política industrial, intervencionismo, restricción de libertades: cada paso de Trump es un escupitajo en la tumba de Mises.

Pero el trumpismo va más allá de un simple rechazo al libre mercado: es un estilo, una actitud. Es la bravuconería del jefazo abusón elevado a ideología, un eco del putinismo que tanto admira. Trump y Putin, el magnate de Nueva York y el ex-KGB de Leningrado, comparten, además de ser tan horteras como cutres, un desprecio por el multilateralismo, las instituciones liberales y el consenso. Ambos prefieren la fuerza al diálogo, el chantaje a la negociación. "Make America Great Again" y la nostalgia imperial rusa son dos caras de la misma moneda: un solipsismo nacionalista que ve en la OTAN, la UE y el libre comercio enemigos a derribar.

Este neofachismo trumpista-putinista no solo traiciona a Mises, sino que amenaza el ethos liberal occidental. Donde Mises veía en la propiedad privada y los precios de mercado la expresión de los deseos individuales, Trump y sus acólitos imponen una visión colectivista disfrazada de patriotismo. La política industrial que defiende –subvencionar industrias "nacionales" a costa de todos– es lo que Mises llamó el camino al socialismo: una intervención fallida lleva a otra, tejiendo una red de controles ineficaces. El resultado no es prosperidad, sino estancamiento. Y, paradójicamente, socialismo de derechas. Escribe Mises

El proteccionismo moderno, con su tendencia a hacer que cada país se baste a sí mismo en lo posible, está inseparablemente ligado al intervencionismo y a su inherente tendencia a convertirse en socialismo. El inevitable resultado del estatismo es el nacionalismo económico.

La derecha norteamericana que una vez veneró el liberalismo económico —de Mises a Friedman, de Buckley a Reagan— se ha rendido a un populismo que exalta la tiranía de la mayoría, esa degeneración de la democracia. Trump, con su antiliberalismo, no solo abandona a Mises: entierra un legado de libertad bajo el peso de su ego y sus aranceles.

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