
Corría el año 2012, cuando una muy lozana Irene Lozano hacía una encendida y brillante intervención en el Congreso contra el bipartidismo por su desastre en la gestión de las cajas de ahorro, que nos costó más de 54.000 millones de euros, de los cuales no recuperaremos gran parte.
Lo recuerdo perfectamente porque se refirió a los consejeros en las cajas nombrados por los partidos, la patronal y los sindicatos como "amigantes: amigos y mangantes", un término que me parece redondo y que fue acuñado por el célebre filósofo Emilio Lledó.
Lo curioso es que Lozano era en ese momento diputada por UPyD y, cuando este partido desapareció, parece que se le olvidaron estas críticas y acabó en las listas del PSOE —al contrario que Rosa Díez, Carlos M. Gorriarán o Andrés Herzog, que sí tuvieron dignidad y se fueron a su casa o a su trabajo previo a la política—, en donde su contribución más destacada fue escribir el ya célebre Manual de Resistencia de Pedro Sánchez.
Como premio por los servicios prestados, el presidente la fue colocando en diversas instituciones de todo tipo tales como la España Global, el Consejo Superior de Deportes, la Casa Árabe… Lozano acabó convirtiéndose en lo que tanto criticaba certificando lo siguiente: en España, tus estudios o tu experiencia laboral son inocuos, si eres fiel al amado líder este te proveerá de un cargo para que puedas seguir viviendo de lo que generamos los demás.
El problema es que el sanchismo, como ya ha hecho con otros viejos vicios del bipartidismo como la corrupción o la politización de la Justicia, ha llevado tan lejos esta práctica que está poniendo en peligro la propia existencia del Estado.
Sin ir más lejos, tenemos el caso de Beatriz Corredor, una señora que jamás ha cursado titulación alguna relacionada con el sector energético ni ha trabajado en nada que se le parezca, pese a lo cual ha acabado dirigiendo Red Eléctrica Española cobrando más de medio millón de euros.
La deplorable gestión de Corredor llevó a Red Eléctrica a producir demasiada energía con renovables no síncronas, lo que, según la mayoría de los expertos, fue el motivo más probable del apagón que se ha llevado la vida de cinco personas, nos ha costado miles de millones y nos ha expuesto a un ridículo mundial.
Por otro lado, tenemos el caso de Óscar Puente, un señor que es Licenciado en Derecho y cuya experiencia laboral ha sido la de ejercer en un bufete. Sin embargo, se le pone a dirigir el Ministerio de Transportes y las consecuencias las estamos pagando todos.
He tenido la desgracia de ser uno de los miles de damnificados que, durante el regreso del pasado puente, nos vimos encerrados en un tren durante horas sin comida y sin apenas información por parte de Renfe. Podemos entrar a debatir si las medidas de seguridad de Adif son suficientes para evitar que se pueda robar cable de las vías en plena operación retorno, pero lo que es innegable es que el trato que se le da al usuario cada vez que hay un problema es lamentable.
En los últimos años, el servicio de Renfe se ha devaluado enormemente, con cada vez más retrasos e incidencias, las cuales suelen coincidir con la vuelta de puentes o períodos vacacionales. Al margen de la tardanza en sí, lo que más se le reprocha al operador público siempre es lo mismo: falta de información, falta de suministros básicos en los trenes y falta de soluciones alternativas.
La gestión de las crisis siempre es un desastre y el ministro, en vez de ocuparse del cometido para el que le pagamos, se dedica a estar todo el día en Twitter insultando a periodistas díscolos, a la oposición o doxeando a tuiteros críticos con el Gobierno. Una evidencia más de las consecuencias de poner a un perfil político en un puesto que requiere de cualificación técnica.
El clímax de esta problemática lo encontramos en el examen de idoneidad que se le hizo en el Congreso a Pilar Lucio, una vocal del Consejo de Seguridad Nuclear que debía de renovar su cargo. Esta señora, ni corta ni perezosa, afirmó que "tener demasiados conocimientos también es contraproducente". Puede que dijera semejante barbaridad debido a su falta de capacitación técnica para el puesto, ya que es licenciada en Ciencias Políticas y Sociología y viene de ser Consejera en Igualdad en la Junta de Extremadura. En estas manos estamos dejando la seguridad nuclear nacional que nos afecta a todos.
Una y otra vez vemos lo mismo: haber llenado las instituciones de esbirros sin formación ni experiencia para el cargo está llevando a España al colapso. Pero qué podemos esperar si se lleva a individuos como Koldo García de ser portero en establecimientos de lucecitas a ser consejero de Renfe.
Incluso las personas que sí tienen esa cualificación técnica, como José Félix Tezanos en el CIS, desempeñan una labor vergonzosa pagando el haber sido colocados allí con una obediencia ciega a los designios del PSOE.
Los amigantes ya no se esconden; hoy campan a sus anchas en las instituciones, ocupando puestos clave sin más mérito que la pleitesía al líder. Su ineptitud, que antes costaba millones, ahora cuesta vidas. Y mientras tanto, el sanchismo sigue repartiendo cargos como quien reparte chupitos en una boda. Ya no es sólo corrupción o nepotismo: es una demolición sistemática del Estado en pro de los intereses de un partido.