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Sánchez resiste; la corrupción, también

Sánchez se ha erigido como el líder capaz de combatir la corrupción de la que él es el máximo responsable, cuando no cómplice, político

Tal y como era previsible, Pedro Sánchez ha asistido al Congreso este miércoles no sólo para rehuir toda responsabilidad política respecto de los numerosos casos de corrupción que afectan a su gobierno y a su familia sino para erigirse poco menos que en el líder capaz de combatir la misma lacra que bajo su mandato no ha dejado de extenderse. Así, presentándose como" un político limpio que lidera un partido ejemplar" ha anunciado que "no tiraré la toalla" y ha esbozado un paquete de quince medidas para combatir una corrupción que, al mismo tiempo y de forma contradictoria, ha minimizado diciendo que "no es sistémica" y que se circunscriben a "tres personas".

Aunque no habría, en principio nada que objetar a algunas de esas medidas diseñadas junto a la OCDE, todas ellas carecen de credibilidad si no se parte de la base de que Sánchez es parte del problema y que por tanto no puede comandar la solución. Así, por ejemplo, la idea de poner en marcha una "agencia anticorrupción independiente", además de ningunear la labor de los tribunales de justicia, sólo se puede traducir en un nuevo chiringuito a cargo de los contribuyentes y al servicio de un gobierno que se ha caracterizado, precisamente, por colonizar todos los organismos independientes del Estado. Otro tanto se puede decir del "refuerzo a la fiscalía anticorrupción" cuando el mayor problema del Ministerio Público es su dependencia del Ejecutivo, tal y como no se cansa en denunciar la Comisión Europea, y una estructura jerárquica que pende de un imputado por un delito de revelación de secretos como es el actual fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Y es que todo este paquete de medidas se convierte en una auténtica tomadura de pelo si tenemos presente, no ya sólo la continuidad de Sánchez, sino la reforma que ultima el ministro Felix Bolaños de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que pretende un cambio estructural en el modelo de instrucción penal en España, según el cual los fiscales pasarían a asumir la dirección de las investigaciones judiciales, en lugar de los jueces de instrucción, lo que implicaría, por ejemplo, que unidades como la Unidad Central Operativa pasarían a depender directamente del Ministerio Público o que sólo se instruirían los casos que decidiera este organismo tan dependiente del Ejecutivo como es la Fiscalía.

Al margen de este paquete de humo que ahora pretende vendernos el máximo responsable político de la corrupción de la que se ha hecho eco la prensa internacional y que ha provocado el durísimo informe que emitía la Comisión Europea veinticuatro horas antes, la comparecencia de Sánchez sólo ha servido para tratar de salpicar al PP en casos de corrupción, con puyas tan injustificadas cuando no desafortunadas como su reproche a Feijóo de querer "salvar al novio de Ayuso" con la aplicación de una "cláusula Quirón" que, en realidad, propuso el propio gobierno de Sánchez en 2022 en defensa del contribuyente.

Cabe mencionar también la sectaria, circense e histriónica comparecencia por Sumar de la vicepresidenta Yolanda Díaz, quien ha aprovechado el reciente fallecimiento de su padre (q.e p.d) para dirigirse a gritos a Feijóo y espetarle que "hoy subo aquí en nombre de mi padre porque no querría jamás que gobernaran las derechas". Vamos, como si quien tuviera que decidir quienes gobiernan en España no fueran todos los españoles convocados a las urnas sino el padre de esta señora que tanto ha disimulado, con su enfado y con su luto, su querencia a la poltrona.

También las formaciones separatistas y antisistema que sostienen a Sánchez han dejado en evidencia sus nulas ganas de convocar a los españoles a las urnas disfrazando, con la apariencia de amenazas y de preocupación ante la corrupción, lo que en realidad es su determinación de seguir exprimiendo a Sánchez hasta el final de la legislatura.

Finalmente, lo único que sí ha sido plausible en esta sesión parlamentaria ha sido la espléndida, lúcida y dura intervención de Alberto Nuñez Feijóo, quien ha noquedado a Sánchez a quien ha llegado a reprochar, no sin razón, de haber sido "beneficiado a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución", en referencia a los prostíbulos y saunas del suegro del presidente del gobierno.

Esta felicitación al líder de la oposición podría ser extensible a Santiago Abascal, sino fuera por que el líder de Vox ha desbaratado buena parte de su acertada intervención con una inoportuna cuando no injusta crítica a Feijóo y con numeritos tan frikis como la de ausentarse del Congreso y no replicar a Sánchez.

Con todo, lo que ha quedado en evidencia es que Sánchez va a continuar y, con él, la degradación y corrupción institucional de la que sus socios quieren sacar tajada en aras de sus proyectos de ruptura, no con Sánchez, sino con España y su ordenamiento constitucional.

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