José Luis Ábalos pidió ayer personarse en la causa que instruye el juzgado de instrucción número 9 de Madrid contra la fontanera socialista, Leire Díez, a la que acusa de haber tratado de manipular la defensa del ex ministro para salvar la imagen del PSOE. La petición se ha realizado tras la publicación de nuevas informaciones sobre los argumentos que esgrimía Díez para convencer a los fiscales José Grinda e Ignacio Stampa de que se unieran a sus objetivos. En dichas reuniones, la enviada de Santos Cerdán presumió de disponer de información reservada y de tener "bajo su control y asesoramiento" a varios dirigentes implicados en el caso Koldo, como el propio exministro de Transportes.
La defensa de Ábalos alega en su escrito que "En el transcurso de tales conversaciones —que han sido publicadas—, Doña Leire Díez habría manifestado que encabezaría una operación de inteligencia paralela", con el objetivo de modificar la estrategia de defensa del ex número dos socialista y facilitar así "un pacto de no agresión" con el PSOE. Esta petición de José Luis Ábalos, secundada por Koldo García, constituye un giro en la estrategia defensiva de dos de los principales acusados en los casos de corrupción que afectan al Gobierno y PSOE. Su personación como acusación particular en el caso de Leire Díez supone también romper los puentes con el aparato socialista, para diseñar sus estrategias judiciales sin atender a ningún otro imperativo más que su propio interés.
A mayor abundamiento, Ábalos reclamaba ayer en las redes sociales a los responsables actuales del PSOE que "aporten toda la documentación de cuantos gastos y pagos se han hecho a todos y cada uno de los miembros de la dirección del partido desde 2017 a 2025, sin excepción. Y lo mismo de todos los gastos de mis antecesores en los últimos 20 años", toda una amenaza soterrada del que fuera número dos de Sánchez y, por tanto, la persona que mejor conocía el partido socialista durante los años en que estuvo como Secretario de Organización.
El sanchismo se desmorona también internamente y todo parece indicar que estamos ante el inicio de una guerra en el seno de las cloacas con las que el PSOE ha tratado de contrarrestar una avalancha de corrupción que no deja de crecer. La decisión de Ábalos es consecuente con la actitud de alguien que trata de aliviar los términos de una condena que parece segura, llevándose por delante a los que, desde el Gobierno y el PSOE, están tratando de reducir los casos de corrupción a las andanzas particulares de un ministro y su hombre de confianza.

