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Agapito Maestre

Los pensadores políticos

Pues eso, señores Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias, ya saben cuál es el mejor criterio para elegir candidatos para sus partidos: antes los críticos que los aduladores.

Es miércoles, 3 de enero de 2018; entre tópicos y anhelos, entre frustraciones y persistencias, entre el hombre de la calle que no aspira a ser elegido y el político que busca desesperadamente electores, iniciamos el año político. Oigo la radio y es opinión común que será tarea prioritaria de los partidos políticos buscar candidatos para las elecciones municipales y autonómicas. ¿Cómo se elegirán? ¿Existe algún mecanismo objetivo capaz de superar las arbitrariedades de los líderes de los partidos? ¿Basta el dedo del líder máximo del partido para ser elegido candidato? ¡Quién sabe!

Salgo a la calle. Camino por el Paseo de Recoletos en dirección a mi lugar de trabajo. La mañana es fría, pero luce un sol de diamante madrileño. Llego a los pocos minutos a la Biblioteca Nacional. Subo por el centro de la majestuosa escalinata, que me conduce a la entrada, y me detengo unos segundos a mirar con delectación las estatuas que la adornan. He dejado atrás las de San Isidoro y Alfonso X el Sabio, pero no he podido dejar de preguntarme: ¿quién lee hoy a esos dos grandes de la literatura universal, o mejor, del pensamiento político español?, ¿quién enseña en los colegios y las universidades sus vidas y doctrinas?, ¿quién se interesa hoy por las Etimologías, síntesis de síntesis de los conocimientos desde la antigüedad pagana hasta el siglo VII de nuestra era?; ¿quién se atreve a fijar para aquí y ahora la historia de España de Alfonso X si ni siquiera existen ediciones manejables y asequibles de su Crónica general y la Grande e general estoria?

Asciendo un par de peldaños y estoy frente a las hermosas esculturas de Nebrija, Vives, Lope y Cervantes. No haré comentario alguno sobre esos gigantes, pero no me reprimo una exclamación: ¡cómo no sentirse orgulloso de estos paisanos! Me fijo en la estatua que refleja al valenciano y me prometo, una vez pasados los controles de la puerta, solicitar al bibliotecario uno de su libros. Leí a Vives hace años. Y lo releo siempre que tengo ocasión. Es lo que hago hoy. Tengo un pretexto: ¿podría ayudarnos Vives a elegir candidatos? Creo que sí… No han pasado ni quince minutos desde que solicité el libro y ya luce la luz de mi pupitre para que recoja mi encargo. Se trata de un diálogo delicioso entre varios personajes, uno de los cuales es el propio Vives, lleva por título El Sabio. Es una crítica del estado en que se encontraban las distintas ciencias que eran objeto de la enseñanza en el París de su época. Por este brevísimo texto pasan filósofos, teólogos, médicos, gramáticos, retóricos, juristas, etcétera y ninguno se va sin su rapapolvo.

Pero, seguramente, la principal enseñanza de Vives para quienes tienen que seleccionar candidatos políticos para las próximas elecciones no sea otra que el poder de la crítica. Sí, Vives no tiene duda entre el adulador de la sociedad y sus dirigentes por un lado, y el crítico de la comunidad por otro, siempre opta por el segundo. Los críticos de la sociedad o, como dice Vives, de la humanidad son preferibles a los aduladores. Por eso, Vives es, sin duda alguna, uno de los grandes pensadores políticos de la modernidad:

Hacen más a la humanidad los satíricos que los panegiristas, como aquellos enemigos de los que habla Cicerón en su Catón hacían más bien que los amigos aduladores. Pues los primeros con frecuencia dicen la verdad, los aduladores nunca. Añadiremos que los que de cualquier modo callan los vicios de los hombres piensan que nada les atañe.

Pues eso, señores Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias, ya saben cuál es el mejor criterio para elegir candidatos para sus partidos: antes los críticos que los aduladores. No lo digo yo. Es doctrina de Luis Vives. Un pensador político.

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