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Agapito Maestre

Sostenido por sí mismo

Este político 'raro', una mezcla curiosa de Cánovas y Sagasta, seguirá suministrando el pan necesario a la mayoría de los buches de España.

El interrogatorio ha favorecido a la defensa a Rajoy. Sin duda. Pero eso ya no tiene importancia. Lo decisivo es lo nuevo que ha surgido del interrogatorio al presidente del Gobierno de España. Nadie lo esperaba, pero Rajoy ha conseguido convencer a la mayoría de los españoles de que es presidente del Gobierno por méritos propios. No está ahí por casualidad, magia o saltarse la ley de la gravedad. Rajoy es presidente del Gobierno porque, además de ganar las pasadas elecciones, es un político muy superior al resto. Esa superioridad ha quedado de manifiesto en las declaraciones testificales en el proceso judicial conocido por el caso Gürtel. Esperaban un espectáculo con un presidente sudoroso, titubeante y en apuros de lenguaje, pero han encontrado a un político que ha respondido con firmeza y determinación a unas preguntas mal formuladas y sin un relato judicial ajustado a lo que se juzgaba.

El primer abogado de la acusación particular más parecía un querulante del régimen socialista, alguien que se sabe protegido por las camarillas judiciales de la Audiencia Nacional, que un jurista solvente que trata de formular preguntas de acuerdo con la causa que se está juzgando. Las preguntas eran vagas, genéricas e intencionadas, carentes de fundamentos jurídicos. Reflejaban una falta de preparación técnica que ha dejado, a veces, en ridículo la deontología de un digna profesión. Las respuestas de Rajoy era naturales, frescas y, a veces, han abrumado por su precisión y contundencia al primer interrogador. Por otro lado, ante unas preguntas tan mal formuladas, seguramente porque estaban aún peor preparadas, Rajoy se podía permitir el lujo de responder también de modo genérico y haciendo honor a su elocuencia gallega.

No creo que los de la oposición, en este caso el PSOE, vuelvan a llamar como testigo a Rajoy, mientras sea presidente del Gobierno, porque le estarán dando una plataforma más para mantenerse en el poder toda la legislatura y, seguramente, otra más. Rajoy ha preparado su testimonio con inteligencia y dedicación. Ha hecho muy bien los deberes y, además, ha convertido su testimonio, se dice de pronto, el de todo un presidente del Gobierno en un tribunal de justicia, en algo normal. Natural. El juicio de Gürtel no ha avanzado nada en lo que se refiere a los hechos que se juzgan, pero la declaración de Rajoy ha sentado un precedente para el buen funcionamiento de la justicia en España. Tenía mil recovecos para eludir ese tipo de testimonio, pero lo asumió y lo ha transformado en un bien para él y para España.

Las cosas son así y así hay que contarlas. Los adversarios de Rajoy tienen que estar muy tristes ante su actuación en el tribunal que, supuestamente, juzgaba a su partido y a él lo condenaba de antemano. La reacción de los líderes de la oposición ante la actuación de Rajoy ha sido tan penosa, como las preguntas de los abogados de la acusación y la defensa, y cínica, como el silencio de la Fiscalía y la Abogacía del Estado. Han dicho lo que todos esperábamos. Nada nuevo. No han aportado una gota de inteligencia política para poner en cuestión la actuación de Rajoy. No puedo imaginarme a Sánchez e Iglesias en el puesto de Rajoy, pero tengo la sensación de que jamás se atreverían a decir, como ha hecho Rajoy, "yo era un político y lo sigo siendo". Y lo ha demostrado tan sobradamente con su actuación en la Audiencia Nacional que tiendo a pensar que lo seguirá siendo bastante tiempo. Guste o no, queridos amigos, ha demostrado que es el más listo de la clase para satisfacer las demandas más importantes del ciudadano de a pie. Este político raro, una mezcla curiosa de Cánovas y Sagasta, seguirá suministrando el pan necesario a la mayoría de los buches de España. El resto son ganas de perder el tiempo.

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