Introducidos ya en el año de gracia de 2019, es el momento de fantasear sobre lo que nos espera para este año histórico, al menos en la vida pública. Podríamos partir de un dato objetivo y algo mágico: 2019 es un número primo. Parece un buen augurio. En el futuro solo necesitará dos dígitos para identificarlo. Bastará decir el 19. Es lo que hacemos, por ejemplo, con el 98 o el 36, que ni siquiera son números primos.
El primer acontecimiento del nuevo año es el de las rebajas. Se trata de algo programado. Ya no impresionan tanto como otrora, pues en la España actual hay rebajas todo el tiempo. Tanto es así que se ha destapado una nueva pauta de consumo que tiene preocupados a los comerciantes. A saber, mucha gente ya no compra ropa u otros artículos si no los cree rebajados. Es una nueva tendencia que se va a reforzar durante este año.
La circunspección en las decisiones de compra se hará todavía más cautelosa porque los españoles nos hemos percatado, por fin, de que la famosa crisis de 2007, después de 12 años, no ha concluido. Mejor dicho, no va a terminar nunca, no va a dejar paso a una nueva fase de bonanza, por mucho que se anuncie año tras año. En fin, que los ciclos económicos, con su belleza ondulatoria, se han terminado. El perfil de la coyuntura económica a lo largo de los años va a ser más o menos plano o con pequeñas oscilaciones erráticas. Ya lo estamos viendo con subidas y bajadas caprichosas de los precios. El progreso técnico (que han dado en llamar "tecnológico") no lleva a la bajada sistemática en el precio de algunos bienes básicos: la electricidad, los combustibles, el agua, el grueso de los alimentos, etc. Esa detención prevista es otra tendencia histórica que se ve truncada en estos tiempos que vuelan.
Hablando de volar. Este año que se inaugura ahora vamos a registrar un asombroso desarrollo de los drones. Como otros muchos artilugios, este empezó como un juego, pero va a llegar a generalizarse como un vehículo de transporte civil y militar. Habrá que regular con más detalle el espacio aéreo. Entre tanto, menudearán los accidentes de drones, como los de los patinetes eléctricos y similares.
En la esfera política española los cambios van a ser particularmente espectaculares. Digan lo que digan las encuestas, se va a acentuar el declive de los dos grandes partidos (PP y PSOE) para rellenar el hueco con las nuevas formaciones políticas que ya no llevan la etiqueta de partidos. En la floresta de Podemos se anticipa una intensa renovación de los líderes conocidos y también de los programas. El fenómeno más notable es el auge de VOX. Irrumpió (ese es el verbo que monopoliza) de forma sorprendente en las elecciones andaluzas a finales del año pasado con una atención desproporcionada en los medios. Con toda seguridad, los voxeros ocuparán un notable espacio en los escaños de la carrera de San Jerónimo. Una vez más, para demostrar el ridículo en que han caído las encuestas del CIS. Esperemos que alguna vez recuperen el prestigio perdido.
Lo más probable es que no pase este año sin que se convoquen Cortes constituyentes para redactar una nueva Carta Magna, si se puede decir así. Tarea ímproba, pues no hay nada parecido al famoso "consenso" entre las fuerzas democráticas que se produjo hace medio siglo. La mejor opción sería un texto corto y de principios, pero no caerá esa breva.
Ni qué decir que en 2019 habrá elecciones con un nuevo Gobierno de las diferentes derechas coaligadas y un abanico de partidos con muchas varillas. Lo más seguro es que los españoles pagaremos cada vez más impuestos. Es la consecuencia natural de la deuda pública acumulada por los anteriores Gobiernos y de las locuras del llamado "Estado de Bienestar" y del sedicente "Estado de las Autonomías". Han sido las dos aventuras del régimen que instauró la Constitución de 1978. Ahora hay que pagar la doble factura.