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Antonio Robles

Nada por escrito. También en sanidad

A veces es en los pequeños detalles donde se revelan los grandes errores de los Gobiernos. Y sus pufos.

A veces es en los pequeños detalles donde se revelan los grandes errores de los Gobiernos. Y sus pufos. Tapan la mala gestión de los asuntos públicos con todo tipo de señuelos.

Una vez más, Torra el Empecinado lo ha hecho a propósito del rey emérito, convocando un pleno extraordinario en medio de una emergencia sanitaria, después de acusar al Gobierno de España de haber "permitido, facilitado y aplaudido la huida de una persona llena de privilegios e investigada por un caso inmenso de corrupción". Puigdemont hacía lo propio acusándole de cobarde por huir de la Justicia. Los muyahidines en su salsa.

Vayamos a los pequeños detalles. El Gobierno de Torra acabará por hacer bueno al Gobierno central. No solo por incapaz y pendenciero, sino porque el contraste entre las inversiones que dedica a esta emergencia sanitaria y las que dedica a sus ficciones étnicas son obscenas. Veamos.

La detección del covid en personas con dificultades para trasladarse a los hospitales y ambulatorios desperdigados en las zonas rurales de Cataluña tiene un aliado polivalente, económico y eficaz: el ecógrafo pulmonar portátil que detecta rastros del virus en los pulmones. 4.500 euros cuesta la máquina. La demanda de esta herramienta médica por parte de los responsables médicos de los CAP ha sido desoída sistemáticamente. La disculpa que alegan es que es muy caro. Increíble.

Resulta que un ecógrafo pulmonar portátil que puede detectar el rastro del virus en personas mayores que no pueden salir de las residencias, o atender en zonas rurales en su propio domicilio a personas con dificultades para trasladarse a ambulatorios sobrepasados por el rebrote del virus, resulta que es caro para la Consejería de Sanidad. ¿Cuántos ecógrafos pulmonares móviles de 4.500 euros se podrían comprar con el 10% de los 375 millones de euros destinados a TV3, que ni salva vidas, ni activa la economía, ni fiscaliza la acción desastrosa del Gobierno, sino, muy al contrario, infecta a media Cataluña contra la otra media, día sí y día también, con el peor virus de todos, el odio al otro? Echen ustedes mismos la cuenta y repartan la millonada en otras necesidades que los recortes de Artur Más hicieron imposible afrontar. Entre 2008 y 2018, los recortes en sanidad en Cataluña alcanzaron el 19,91%, los mayores de toda España.

En medio de esta herencia, los sanitarios, agotados y abandonados a su suerte, ahora son cuestionados por los pacientes que al principio de la pandemia fueron tan generosos con ellos. Impotencia y desesperación, a veces lágrimas.

Lo peor está por llegar. Con la plantilla a la mitad, chantajeados para que cojan tres semanas de vacaciones por miedo a que en otoño regrese con virulencia el virus, sin compensaciones económicas, el estrés comienza a minar sus vidas. Por si faltara algo, la prensa informa de que, gracias a la contratación de los gestores del covid y los rastreadores, además de una aplicación SMS para gestionar las bajas laborales que supuestamente realiza el ICAM, se liberará a los médicos de esas tareas burocráticas y los devolverán a la asistencia sanitaria. Intoxicación del Gobierno de Torra. En realidad, ni hay suficientes gestores de covid ni los SMS serán operativos hasta septiembre. Y las bajas siguen siendo realizadas por los médicos. Un desastre. Lo más grave es que, una vez detectados los pacientes de coranovirus, la inoperatividad de los gestores y su desconexión con los rastreadores hace que estos dos recursos no puedan encontrar al círculo de personas en peligro de contagio, con lo que la detección en origen sirve para bien poco.

Pero ¿qué respuesta dan los responsables de sanidad ante las demandas de los directores de los centros de atención primaria? Las más variopintas y cambiantes pero cuando las exigen por escrito se niegan en redondo a darlas. "Nada por escrito", una práctica irresponsable que se nutre del miedo de los sanitarios a las represalias.


Nada por escrito. También en sanidad. Como antes pasó con el procés, o mucho antes, en la escuela. Todas las directrices comprometidas eran verbales, puro chantaje laboral y político que siempre se negaron a dar por escrito. Lo más parecido a casa nostra de la cosa nostra.

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