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Antonio Robles

Normalizar la apología del delito

¿No son apología del golpismo las amenazas y acciones del presidente de la Generalidad contra el Estado de Derecho y la soberanía nacional?

Me reprochaba un buen amigo el titular del artículo del pasado jueves, "Normalizar el mal", por utilizar un valor moral para rechazar acciones políticas.

Venía a cuento el alegato porque el mayor daño que está infligiendo el nacionalismo a la democracia, y el fundamento en que basa su capacidad para embaucar a buena parte de esos dos millones de buenos catalanes, es el de haber logrado legitimar su impostura ante la ley a través de la normalización de la apología del delito. Y el Gobierno se lo está consintiendo al desentenderse de las amenazas al Estado de Derecho realizadas por los nacionalistas. La última, la del broncas Quim Torra en el aquelarre del Teatro Nacional suplantando al Parlamento y despreciando la separación de poderes: "No aceptaré ninguna sentencia que no sea la libre absolución de los procesados". Dos días antes había amenazado con "abrir las cárceles" a los golpistas si la sentencia no era absolutoria. Mussolini no lo habría dicho mejor.

Quienes no se quieren hacer cargo del marrón, como quienes dependen de él para seguir en el Gobierno, minimizan, ridiculizan la bravuconada alegando que sólo es palabrería sin efecto jurídico alguno. ¡Qué equivocados están! Todo lo que son se lo deben al arte de excitar los instintos más insolidarios y crear las condiciones mentales para legitimarlos sin temor alguno al Estado. Se han hecho fuertes al convertir a la masa sugestionada en irresponsable. Su gran mérito y perversión ha sido lograr la "desconexión mental" con España, tal como pedía en 2016 en una conferencia el actual presidente de la Generalidad, Quim Torra.

Perder el respeto a la ley, convertir el insulto en orgullo, reconciliar la prevaricación y la corrupción con la justificación de los fines, lograr, en suma, normalizar la apología del delito, constituye la intendencia mental necesaria para descargar de culpa a la tropa. Y estamos en guerra, aunque nuestro gobierno no se haya enterado.

Decir es ya hacer, señor Sánchez. La apología del terrorismo alcanzó categoría jurídica en la lucha contra ETA porque la exaltación y enaltecimiento del crimen y las amenazas de ETA no podían ser disculpadas en nombre de la libertad de expresión. La sublevación contra la ley y contra las sentencias de los tribunales, la suplantación de la soberanía nacional, la declaración de independencia unilateral y la amenaza de imponer la república catalana por parte de responsables políticos catalanes que han jurado o prometido la Constitución son potencialmente más peligrosas y pueden desatar males mayores que los que ETA provocó en el País Vasco. ¿No son apología del golpismo las amenazas y acciones del presidente de la Generalidad contra el Estado de Derecho y la soberanía nacional?

Piense, Sr. Sánchez, que si un día ese botarate suelta a los políticos golpistas, tuvo en su mano evitarlo.

PD. En España, los medios sirven a quienes la niegan. Mientras hacen una cobertura completa de la manifestación separatista de la Diada, ni nombran la manifestación por la unidad de España del día 9 para pedir "Elecciones ya" bajo el eslogan de "Nada de pactos con terroristas ni separatistas"; tampoco hablan de la del 16 para exigir "Libre elección de lengua". Todas ellas en Barcelona.

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