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Cayetano González

El PNV, como siempre

El PNV siempre ha estado más cerca del mundo de ETA que del de las víctimas de la banda terrorista.

El viaje del lehendakari Urkullu a Madrid este fin de semana para arropar a y reunirse con los verificadores internacionales tanto antes como después de que declararan ante el juez Ismael Moreno en la Audiencia Nacional, aparte de resultar patético, vergonzoso y ridículo, pone de manifiesto cuál ha sido y es el auténtico papel del PNV en la lucha contra quien al fin y a la postre nació en su seno y ha sido como una especie de hijo descarriado: la banda terrorista ETA.

A Urkullu, que conviene recordar es el máximo representante ordinario del Estado en la comunidad autónoma vasca, solamente le faltó acompañar a los verificadores hasta las puertas de la AN y montar allí un numerito similar al que el PNV organizó en diciembre de 2003 para apoyar al expresidente del Parlamento Vasco, Juan María Atutxa, cuando tuvo que ir a declarar ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco por negarse a disolver la marca que tenía entonces ETA en el Parlamento vasco, Sozialista Abertzaleak, en aplicación de una sentencia del Tribunal Supremo.

El PNV necesita subirse al carro del mal llamado "proceso de paz" que puso en marcha Zapatero, y que tiene dos actores principales: ETA y el PSOE. De cara a las elecciones vascas de 2016, la gran amenaza para el PNV es EH-Bildu, ya que puede conseguir un resultado que le permita, con la ayuda del PSE, llegar a Ajuria Enea. De momento, las encuestas dan un aumento en intención de voto a la denominada "izquierda abertzale", que además vería aumentar sus expectativas si consiguiese que su candidato a lehendakari fuera ese "Mandela vasco" actualmente en prisión, Arnaldo Otegi. De ahí ese vivo sin vivir en mi del PNV, que le ha llevado en los últimos meses a salir a la calle en Bilbao junto con Sortu, en una manifestación en favor de los presos de ETA, y a dar la mayor cobertura institucional posible a este grupo de verificadores de la nada.

Pero esta actitud del PNV respecto a ETA no debe sorprender. Siempre que la banda terrorista ha necesitado un salvavidas, ahí ha estado el PNV presto a lanzárselo. Pasó en Estella tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, y aunque el partido que entonces presidía Arzalluz salió bastante escaldado de aquel pacto y de la ruptura del mismo, poco le duró el escarmiento. Ibarretxe consiguió en su día la investidura como lehendakari y posteriormente la aprobación de su plan en el Parlamento vasco con unos votos prestados de la marca que entonces tenía ETA en la Cámara de Vitoria. Siempre ha sido así.

El PNV siempre ha estado más cerca del mundo de ETA que del de las víctimas de la banda terrorista. Como bien ha recordado Rosa Díez, ni este lehendakari ni ninguno de sus predecesores han estado presentes, acompañando a las víctimas, en ningún juicio en la Audiencia Nacional contra miembros de ETA.

Ante esta situación, ¿cuál es la postura, la reacción del Gobierno de España y del partido que lo sustenta? A la vista está: evitar la menor crítica al PNV; es más, Rajoy recibe en secreto a Urkullu en La Moncloa para que éste le entregue un plan por el que de forma progresiva se pondrían en libertad o se acercarían a las cárceles del País Vasco a todos los presos de ETA. Incluso la vicepresidenta del Gobierno se deja cortejar por el PNV y se va a Bilbao a comer con los máximos dirigentes de este partido; eso si, prescindiendo en ese encuentro de la presidenta de los populares vascos, Arantza Quiroga.

El viaje del lehendakari Urkullu a Madrid para arropar a estos verificadores, ¿no merece un reproche por parte del Gobierno de la Nación? Esperen ustedes sentados a que eso se produzca. Por encima de todo, Rajoy quiere llevarse bien con el PNV, no se sabe muy bien para qué, porque en la práctica los diputados en el Congreso de este partido cada vez son y pintan menos. Pero Rajoy es que es así. Además, como Zapatero acaba de contar que cuando estaba negociando políticamente con ETA y le informaba al Rey de la marcha del proceso Don Juan Carlos le aconsejaba que hablara con Rajoy, a lo mejor esa entente que se plasma en un giro del líder del PP respecto a la política antiterrorista del PSOE, que pasa de criticar a apoyar públicamente durante la segunda legislatura de Zapatero (2008-2011), podría explicar algunas decisiones y comportamientos del actual Gobierno del PP en esta materia, que tanto descontento y desconcierto ha causado en las víctimas y en su propia base electoral.

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