La decisión del lehendakari Urkullu de adelantar las elecciones vascas casi medio año y convocarlas para el próximo 5 de abril tiene, desde su punto de vista, todo el sentido. Por un lado, las encuestas dan claro ganador al PNV, que podrá mantenerse al frente del Gobierno autonómico con el apoyo, que a día de hoy no le va a faltar, del PSE. Asimismo, Urkullu quiere que ese proceso electoral tenga su perfil propio, que no esté contaminado ni condicionado por lo que pueda suceder en Cataluña en los próximos meses: fundamentalmente, la convocatoria de elecciones por parte de Torra y la mesa de negociación entre el Gobierno de España y el de la Generalitat que se pondrá en marcha este mismo mes.
Al mismo tiempo, con esta convocatoria adelantada el candidato del PNV coge a los tres partidos constitucionalistas –PP, Ciudadanos y Vox– con el pie cambiado, debatiendo (los populares) quién va a ser su candidato, y si se presentan juntos los tres, el PP en coalición con Ciudadanos o los tres por separado.
Horas antes de este anuncio de elecciones por parte de Urkullu, el líder de Bildu, Arnaldo Otegi, había hecho unas significativas y reveladoras declaraciones en El Diario Vasco de San Sebastián:
El eje vasco de izquierdas con el PSE y Podemos llegará antes de lo que muchos creen.
Esta predicción de Otegi sobre un futuro Gobierno vasco formado por Bildu, PSE y Podemos tiene todo el sentido del mundo, dentro del proceso de ruptura del marco constitucional iniciado por ETA con sus crímenes, continuado por los partidos independentistas catalanes y coadyuvado en la actualidad por Pedro Sánchez y el PSOE. Es decir, ETA y ERC son los dos actores principales de este proceso, que para avanzar necesita el apoyo del PSOE y que tiene un cuarto actor, Podemos, que no es imprescindible pero que tampoco estorba.
Lo normal es que tras las elecciones el PNV siga al frente del Ejecutivo, en coalición con el PSE. Pero que a medio plazo, como indica Otegi, se abra otro escenario posible, muy ligado a la evolución de la situación política e institucional en España, es algo que tiene su lógica.
En la citada entrevista, a la pregunta del periodista de por qué no es él el candidato de Bildu a lehendakari, Otegi responde:
Bildu afronta retos importantísimos en una coyuntura histórica: la alianza con ERC y el movimiento independentista catalán, un nuevo decorado en el Estado en el que, junto con ERC, jugamos un papel determinante en la gobernabilidad, y nuestro propio crecimiento electoral y social.
Desgraciadamente, Otegui tiene razón a la hora de subrayar la influencia actual de Bildu en la política española. Lo grave es que eso lo ha conseguido porque tanto el PP como el PSOE se lo han permitido. El primero, por la inacción del Gobierno de Rajoy cuando, teniendo mayoría absoluta, no quiso aplicar la todavía vigente Ley de Partidos para ilegalizar a los que eran los herederos de ETA, permitiendo su presencia en las instituciones nacionales, autonómicas y municipales.
En cuanto al PSOE, Zapatero dio alas al mundo de ETA con la negociación política que llevó a cabo con la banda terrorista, iniciada incluso antes de llegar al Gobierno. Después han seguido hechos tan bochornosos como buscar el apoyo de Bildu en Navarra para hacer presidenta de la Comunidad Foral a la socialista María Chivite, o el trato amable dado por Sánchez en el Congreso a los diputados de Bildu, que al final se abstuvieron en su investidura.
Las elecciones vascas del próximo 5 de abril pintan bien para el PNV y para los herederos de ETA, que van de la mano con ERC. Para los que no pintan bien es para los constitucionalistas, en gran medida, porque el PP vasco entró en barrena hace más de una década y durante todo este tiempo se ha dejado que se fuera desdibujando y descomponiendo un proyecto político que durante años fue un referente ético y moral para muchos españoles, votaran o no a ese partido.