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Liga

Daniel Blanco

Cuando cambiar es arriesgar

El planteamiento lógico en la cabeza de Simeone chocaba con la opinión de la mayoría. Está claro que arriesgó, puso un ápice de extrañeza.

Planteó Simeone, sin duda, un partido áspero, defensivo. Su objetivo era no dejar huecos al rival, a un Barcelona que, a pesar de la crisis, tiene muchas cosas para ganar los encuentros. Para empezar tiene el equipo de Luis Enrique una tripleta que ya quisieran los mejores del mundo. Y esos tres jugadores le resolvieron ayer la noche al asturiano. Luis Suárez, Messi y Neymar le hicieron más fácil la existencia a su entrenador. Con goles de los tres y compromiso máximo del trío, el Barcelona luchará por todo esta temporada. Es así de fácil.

El planteamiento lógico en la cabeza de Simeone, chocaba con la opinión de la mayoría. Está claro que arriesgó, puso un ápice de extrañeza a lo que debía ser normal. No le salió bien. Está claro que es lo que quería hacer pero también es evidente que dio la sensación de que el Atlético regalaba la primera parte. No salió de su campo, esperó mucho e, incluso, asistió sin dolor a los dos mazazos azulgrana. Este no era el equipo que vimos el miércoles ante el Madrid. Ni el del otro día ante el Levante, ni el de la segunda parte de Bilbao. Este equipo fue uno de los más flojos de la era Simeone.

Jugó con algo de fuego el técnico argentino y se quemó en una primera parte para el olvido. En la segunda, eso sí, la cosa cambió de manera abrupta. El Atlético se atrevió a dar un pasito adelante, presionó más arriba, se encontró con un penalti muy riguroso que Undiano, fatal toda la noche, concedió sin pensarlo. Igual que había concedido el ilegal segundo gol culé y había enseñado alguna tarjeta tonta mientras se guardaba alguna evidente como la que debió ver Giménez por la entrada a Neymar (involuntaria, pero tarjeta) que dio con el tobillo del brasileño ensangrentado y con los tacos del rival clavados.

Prescindió el Atlético, con el 2-1, de Gabi y metió a Torres, algo casi suicida si hacemos caso del manual del Cholo. Luego quitó a Griezman, metió a Raul García y, de perdidos al río, metió a Siquiera y quitó a Gámez, titular ayer de manera rara para conseguir un objetivo muy difícil. Que un diestro en la izquierda le hiciera la vida imposible a Leo Messi. Por lo menos, complicado.

Al mismo tiempo el Barcelona se sentía más cómodo con más espacios. Saliendo a la contra pudo matar el partido varias veces. Dejemos claro, eso sí, que los locales no ganaron por los errores del Atlético, que ayudaron, pero no fueron decisivos. El equipo azulgrana ganó porque despachó uno de los mejores partidos de la temporada, lejos del nivel de los últimos dos meses. Un encuentro de gran nivel que mereció ganar y, lo que es más seguro, mereció ganar antes y no sufrir tanto al final.

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