Se habían abierto demasiadas especulaciones sobre el juego del Barcelona, sobre cómo sería la vida este año en el Camp Nou. Tras la derrota en Bilbao, la masa social del club tenía dudas, al "soci" se le acumulaban las preguntas en la cabeza. Muchas tendrían respuesta en el partido de este domingo, el primero en casa. Qué mejor que comprobarlo por ellos mismos
Y eso fue lo que hicieron los casi 80.000 espectadores que, tras una derrota dura de principio de año, acudieron expectantes al recinto azulgrana. No estaban ni Messi ni Suárez ni Dembélé que el año pasado empezaron algunos partidos como la apuesta atacante. Al francés, muy disperso y dudoso en su profesionalidad, se le empieza a acabar el tiempo. A Messi y a Suárez les tocaba mirar desde la grada un partido incómodo. Los focos puestos en Griezmann, en De Jong, en Rafinha, en Busquets, suplente el otro día en un año en el que, se intuye, va a rotar más.
Pero sobre todo la afición se preguntaba por la alineación. Valverde despejó dudas sobre las ocho de la tarde, una hora antes del partido. Busi volvía a ser titular junto a De Jong y Sergi Roberto, ya instalado en el medio porque Semedo se empieza a sentir cómodo en el lateral. Arriba, lo que se intuía. Griezmann, Rafinha y el canterano Carles Pérez. Y ahí estaba una de las mayores expectativas de la noche. Cómo iba Griezmann a asumir la responsabilidad.
La respuesta es evidente tras los dos goles, la asistencia y la puesta en escena de un partido excelso del francés. Buscó huecos, buscó ayudas, hizo lo que tenía que hacer que, entre otras cosas, era echarse el equipo a la espalda. "Se buscó la vida", que fue lo que le pidió el técnico el día antes. Muchos dudaron de la situación de Griezmann en este equipo, muchos siguen dudando porque, quizá, no es lo mismo jugar sin Messi y Suárez que hacerlo con ellos dos. Pero el caso es que aprobó con nota en este duro examen.
Respondida la primera pregunta, el socio culé, exigente, se planteaba más. Cómo estaría Busquets tras su suplencia en Bilbao y el de Badía contestó haciendo un partido casi perfecto. Se preguntaba el aficionado cómo jugaría Rafinha, Carles Pérez. Los exigentes profesores le dieron un notable alto a los dos.
Pero, quizá, con lo que salió más disgustado el cliente habitual del fútbol azulgrana fue con De Jong. No porque el holandés hiciera un mal partido (tampoco para tirar cohetes). Es más por la soledad que parece que muestra el talentoso jugador. Jugó mejor cuando Busquets se fue al banquillo, ovacionado por el estadio entero. Y jugó algo mejor el mediocentro venido del Ajax porque esa es su posición y ahí puede estar el principal problema. Estos dos partidos han demostrado que, sin nadie al lado, juega más cómodo pero junto a Busquets se le nota ansioso. De Jong pide ser el referente, dominar el partido y en el Barcelona lo hará poco.
Quebraderos de cabeza que tendrá que solucionar Valverde de aquí a casi nada porque los rivales exigentes empezarán a acudir al Camp Nou. Para empezar, este no era un problema menor y el equipo completó uno de los mejores encuentros de la era del técnico extremeño. Gracias a un gran juego de toque. Y gracias a Griezmann, que parece que se encuentra bien. Los buenos juegan en todos los sitios, aunque a veces a alguno de ellos haya que encontrarles un acomodo perfecto. Ya veremos.