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EDITORIAL

El éxito de Ayuso y la mediocridad de otros

El PP en lugar de presumir de los éxitos de Madrid parece temer que la relevancia de Ayuso ponga más de relieve la deriva de la dirección nacional.

Según los datos sobre la pandemia que la CAM ha hecho públicos este jueves, la situación en los hospitales de Madrid ya es comparable a la que había a finales de agosto: menos de 1.900 personas están hospitalizadas por covid-19 y en las últimas semanas esa cifra viene registrando caídas consistentes y continuadas. 

El número de enfermos en los hospitales no sólo es relevante porque nos permite calibrar el riesgo de colapso del sistema sanitario, sino que además es la mejor medida de la evolución de la epidemia en una determinada zona, ya que no depende de ninguna variable sobre la que tenga control un político: ni del número de test realizados, ni de la forma o la zona elegida para hacerlos.

Y la historia que cuentan esos datos es la de un éxito importante. No completo, por supuesto: la incidencia aún es alta en la Comunidad de Madrid y tiene que bajar mucho más para moverse en un margen de seguridad en previsión de que la situación pueda complicarse de nuevo en los próximos meses, pero la región -que por sus características es la que más complicado tiene enfrentarse a una enfermedad como la covid-19- vivió durante el mes de septiembre un momento de gran complejidad, ha logrado superarlo y, además, lo ha hecho aplicando políticas pioneras, valientes y que han sido directamente boicoteadas por Salvador Illa y, sobre todo, por Pedro Sánchez.

No es extraño, por tanto, que este éxito de Isabel Díaz Ayuso y su equipo esté ya llamando la atención de los medios de comunicación foráneos, incluso de algunos periódicos tan importantes como el francés Le Figaro, decano de la prensa gala y probablemente el más influyente en el centro derecha en el país vecino. También diarios alemanes, por poner un segundo ejemplo, han llegado a calificar de "milagro" lo ocurrido en Madrid en un hecho de cuya excepcionalidad nos da una idea la información que suele publicarse en España sobre las políticas de los Lander alemanes: absolutamente ninguna.

Si este no fuera un país tan sectario y cainita no sólo se reconocería el mérito de Ayuso sino que, más importante, se estudiarían sus políticas para ver cuáles de ellas se pueden aplicar en otras comunidades, pero metidos hasta el cuello en una batalla política que más parece una pelea en el barro, para lo único que se habla de Madrid es para seguir criminalizándolo, cuando no por una cosa por otra.

Hay que reconocer una excepción: la del castellanoleonés Francisco Igea que sí ha tenido la elegancia de reconocer que se equivocó en críticas previas a la presidenta madrileña, una actitud que le honra y que todavía deja más en evidencia a un PP que en lugar de presumir mañana, tarde y noche de los éxitos de su gestión en la autonomía que más atención mediática recibe en España parece temer que la relevancia de Ayuso ponga (más) de relieve la deriva de una dirección nacional que se ha olvidado de todo lo que no sea su propia supervivencia a corto plazo.  

Es lo que suele suceder a los mediocres: que buscan apartar de su entorno cualquier rastro de brillantez como si con eso no fuese a resultar tan visible su propia mediocridad. Lástima que en realidad esa cortedad de miras no sólo les sirva para quedar más en evidencia.

En España

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