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EDITORIAL

El PP y la contumacia en el error

La bochornosa fijación del PP con quedar bien con los nacionalistas solo consigue avivar el desprecio de estos y el rechazo de sus propios votantes.

Hace menos de dos semanas, Alberto Núñez Feijóo escandalizó a no pocos votantes de su partido al referirse encomiásticamente a la nacionalidad catalana en un acto celebrado en el Circulo de Economía de Barcelona. En su intervención, el líder del PP apeló al sentido común de los nacionalistas y ensalzó su sentimiento identitario tratando de hacerlo compatible con la lealtad a España, cuando es evidente que está en el origen del proceso secesionista que todavía sigue vivo gracias a ese nacionalismo presuntamente moderado al que Feijóo rindió pleitesía.

Por lo visto, en el nuevo PP de Feijóo siguen presos de los mismos complejos de siempre, traducidos en una asombrosa propensión a cometer pifias tremendas justo cuando mejores son sus expectativas electorales. Las palabras de Elías Bendodo referidas a Cataluña, región a la que el coordinador general del PP considera "una nacionalidad del Estado", son una afrenta a sus votantes y un error estratégico de bulto a pocas semanas de las elecciones andaluzas, cita trascendental que podría llegar a adelantar la caída del Gobierno social-comunista.

Lo más absurdo es que las tiradas de ambos dirigentes populares sobre el término nacionalidad resucitan un debate estéril que nadie les ha pedido reabrir, y mucho menos en Andalucía, una de las regiones más refractarias al discurso atomizador y antiespañol. La bochornosa fijación del PP con quedar bien con los nacionalistas solo consigue avivar el desprecio de estos y el rechazo de sus propios votantes, como quedó de manifiesto en las últimas catalanas, sin ir más lejos.

La pifia de Bendodo alimenta además el voto a Vox, precisamente una de las cosas que Feijóo tiene más cuidado en evitar para no tener que depender del partido de Santiago Abascal y Macarena Olona. Los pretextos con los que el andaluz ha tratado de arreglar el estropicio provocado con sus palabras agravan todavía más la ambigüedad de un mensaje infumable, pues la existencia de nacionalidades acaba implicando que España no es una nación, sino una superestructura compuesta de naciones sin Estado surgida en una determinada coyuntura histórica.

Por más que desde el Partido Popular traten de poner paños calientes, las palabras de Bendodo han sido un patinazo que perjudica gravemente al propio PP y beneficia a Vox y a una izquierda andaluza que solo la contumacia en el error de los populares podría resucitar.

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