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EDITORIAL

Indigno Omella

El arzobispo de Barcelona echa gasolina al fuego de la violencia antisistema.

La Iglesia tiene un grave problema en Cataluña y en el País Vasco, dos autonomías copadas por el separatismo con la complicidad de unos obispos que, con excepciones bien contadas, han acreditado durante décadas su identificación con un nacionalismo liberticida, criminógeno y, de la mano de organizaciones como ETA o Terra Lliure, directamente criminal. 

Esos obispos indignos de la dignidad que ostentan no pierden ocasión de significarse a favor del separatismo fratricida, atentando así gravemente con su misión apostólica y sumiendo en la confusión o la rabia indignada a multitud de católicos. 

El último en dar la nota ha sido Juan José Omella, cardenal y arzobispo de Barcelona, con un lamentable mensaje a cuenta de la oleada de violencia callejera orquestada tras el encarcelamiento del delincuente Pablo Hasél, apologeta del terrorismo.

Al igual que los separatistas y los podemarras, el cardenal Omella ha tenido el cuajo de proclamar que “la injusticia social provoca violencia" y que para que haya paz “es necesario asegurar el bien común de todos los ciudadanos”. Como si los disturbios registrados en la batasunizada Barcelona o en Madrid fueran la inevitable expresión de protesta de un pueblo sumido en la miseria. Hay que ser muy estólido o muy miserable para justificar tan burdamente el terrorismo callejero que está perpetrando la hez antisistema a cuenta del encarcelamiento del indeseable Hasél, escandaloso ejemplar de rebelde sin causa.

El separatismo ultra está incendiando literalmente las calles para influir decisivamente en la composición del nuevo Gobierno regional catalán. También Podemos está hozando en el peor oportunismo en estos graves momentos, en los que parece querer tensar la cuerda de sus relaciones con su gran facilitador, el PSOE de Pedro Sánchez. Omella conoce todo esto perfectamente, y aun así dice lo que dice. Sin vergüenza.

El arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal debería utilizar su presencia en las redes sociales para calmar los ánimos y mostrar su apoyo a los policías heridos, los vecinos agredidos y los comerciantes saqueados, víctimas todos ellos de esta oleada injustificable de carrer borroka. Pero no. Omella está a otra cosa. A echar gasolina al fuego. No tiene perdón de Dios.

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