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EDITORIAL

Infame Pablo Iglesias

Pablo Iglesias se mostró en La Sexta como lo que es, un peligroso totalitario que no dudaría en acabar con las libertades ciudadanas para imponer su agenda.

El vicepresidente segundo del Gobierno ha exhibido una vez más a su radicalismo izquierdista en una entrevista con la cadena del grupo A3 Media que más se distingue por promover a la organización bolivariana Podemos. Pablo Iglesias se mostró en La Sexta como lo que es, un peligroso totalitario que no dudaría en acabar con las libertades ciudadanas para imponer su agenda marxista y, mientras no le sea posible, un socio extremadamente valioso para los partidos que quieren acabar con el régimen constitucional. De ahí su lamento de que la democracia liberal no le permita ejercer el poder omnímodo que anhela (como buen comunista) y su defensa cerrada del golpismo supremacista catalán.

Entre la verborrea con tono impostado que caracteriza su discurso infamante, el capo podemarra disculpó a los golpistas catalanes presos y se mostró dispuesto a indultarlos a la mayor brevedad posible. En su infame complicidad con los separatistas, de cuyo apoyo depende que él y su pareja sigan en el Gobierno, llegó al extremo de comparar al prófugo Carles Puigdemont con los exiliados de la Guerra Civil, analogía que ha provocado  lógica indignación en el resto de fuerzas políticas.

No cabe engañarse con Iglesias, marxista enriquecido con su salto a la política que ejerce muy gustoso el papel que la izquierda y los independentistas le han reservado. Cuando el neocomunista se arrodilla ante las fuerzas separatistas y los grupos proetarras lo hace en nombre de Pedro Sánchez y del Gobierno de España, metido de hoz y coz en una operación que trata de socavar el régimen de libertades y acabar con sus instituciones fundamentales, empezando por la Justicia y la Corona.

Iglesias defiende a los delincuentes siempre que sean de izquierdas o separatistas; en eso es inflexible. Convertido en compinche de Sánchez y hombre del Gobierno para los trabajos más sucios, el potentado podemarra sigue avergonzando a la inmensa mayoría de los españoles, obligados a sufrir sus soflamas insoportables y a financiar su desahogadísimo tren de vida.

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