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EDITORIAL

La peor forma de hacer presidente a Sánchez

Este indeseable acuerdo debería quitar el sueño a todos los españoles, por mucho que ya no se lo quite a su irresponsable presidente del Gobierno.

Era evidente que si los partidos constitucionalistas ubicados a la derecha del PSOE no dejaban a Pedro Sánchez ser investido presidente, este sólo podría serlo con el apoyo de la extrema izquierda podemita y de los separatistas. Eso, o la convocatoria de unas nuevas elecciones. Así se advirtió en estas mismas páginas tanto poco después de las elecciones de abril como poco antes de las del pasado domingo.

Ahora, de confirmarse el preacuerdo alcanzado este martes por el PSOE y Podemos, la inevitable investidura de Sánchez se alcanzará de la peor forma posible: la extrema izquierda liderada por Pablo Iglesias obtendrá una vicepresidencia y varios ministerios en el nuevo Gobierno. Eso a no ser –claro está– que suceda algo tan sumamente improbable como que las formaciones separatistas catalanas y vascas, lejos de favorecerlo con su respaldo o simple abstención, se sumen al PP, a Vox y a Ciudadanos en contra de su investidura. De hecho, todo parece apuntar a que este indeseable acuerdo –rechazado hasta la fecha por un Sánchez que llegó a decir que un pacto de estas características "no le dejaría dormir tranquilo"– cuenta con el respaldo tácito de partidos separatistas como ERC, que lo facilitarían con su abstención.

Siéndoles matemáticamente imposible desbancar a Pedro Sánchez de la presidencia, todos los partidos constitucionalistas –incluido Vox– tenían, sin embargo, el deber y la responsabilidad de proponer al nihilista candidato socialista otra forma de llegar a la presidencia del Gobierno de España que no fuera pactando con esa Antiespaña que constituye tanto la extrema izquierda podemita como las formaciones separatistas que siguen impulsando el golpe de Estado en Cataluña. Eso no necesariamente implicaría llegar a un acuerdo de Gobierno con el PSOE, pues hubiera bastado una simple abstención como la que los propios socialistas brindaron en su día al PP de Rajoy tras apartar a Sánchez en 2016.

Es evidente, sin embargo, que tanto el PP como Vox, desde el primer momento y de forma rotunda, se opusieron a favorecer la investidura de Sanchez, como si su inamovible, miope e irresponsable negativa a dicha investidura pudiese traducirse en algo distinto al pacto del PSOE con Podemos o a tener que concurrir, por tercera vez, a unas elecciones.

Con todo, ya no es tiempo de lamentos, sino de hacer frente al peor de cuantos Gobiernos podría haber presidido Sánchez tras las elecciones del pasado domingo. Y es que la extrema izquierda que Podemos es la más radical y adicta al gasto y al endeudamiento público de cuantas pululan por Europa, lo que no va sino a agravar la crisis que ya padecemos. Eso, sin contar que el reaccionario y liberticida comunismo que ha desempolvado Pablo Iglesias –con alianzas orgánicas con regímenes dictatoriales como los que padecen Irán, Cuba o Venezuela– es, además, firme aliado de cuantas formaciones nacionalistas defienden el inconstitucional y mal llamado derecho de autodeterminación. De hecho, este mismo martes, en que el PSOE y Podemos firmaban su preacuerdo, el partido de Iglesias en Cataluña facilitaba con su abstención a los golpistas una nueva resolución ilegal a favor de la autodeterminación, que constituye el enésimo reto que este Parlamento regional en rebeldía dirige al Tribunal Constitucional.

Así las cosas, este indeseable acuerdo suscrito entre el PSOE y Podemos debería quitar el sueño a todos los españoles, por mucho que ya no se lo quite a su irresponsable presidente del Gobierno.

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