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EDITORIAL

Los abogados de Puigdemont son de su misma calaña

Ningún abogado con un adarme de decencia se habría prestado a una chapuza tan repulsiva, que podría ser hasta constitutiva de delito.

Las declaraciones de la traductora de la demanda contra el juez Llarena presentada por Carles Puigdemont han dejado al golpista prófugo y a su equipo de abogados a los pies de los caballos. Parece evidente que han tratado de engañar al juez belga con una artimaña tan deleznable como estúpida, pues era seguro que antes o después se descubriría.

Una vez más, Puigdemont y sus abogados han exhibido un comportamiento miserable, cortoplacista y oportunista. Puigdemont está dispuesto a cualquier cosa para seguir llamando la atención y mantenerse como referencia de los separatistas. Es un mentiroso compulsivo que trata de reírse de la Justicia belga como se ha reído de la española y, con la complicidad de un tribunal de Schleswig-Holstein, de la alemana. Y sí, este episodio tan chusco como ominoso da de nuevo cuenta de la catadura de su equipo legal: ningún abogado con un adarme de decencia se habría prestado a una chapuza tan repulsiva, que podría ser hasta constitutiva de delito.

De todas formas, tampoco debe causar sorpresa. Uno de los principales miembros de ese equipo legal es el execrable Gonzalo Boye, condenado por colaborar en un secuestro de ETA, que nunca ha mostrado arrepentimiento ni pedido perdón y que, lejos de ello, sigue obsesionado con atacar a a España y a la libertad, aunque ahora lo haga por otros medios.

En fin, de todo esto pueden extraer dos conclusiones positivas: que Llarena no tiene que preocuparse demasiado por el recorrido de esa demanda y que los defensores de Puigdemont son de la misma calaña que el cobarde golpista prófugo de la Justicia.

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