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EDITORIAL

Zapatero y los otros cómplices de Maduro

Los que, como Zapatero, tratan de legitimar a los golpistas falseando la realidad son la verdadera lacra que los convierte en una vergüenza mundial.

Los que, como Zapatero, tratan de legitimar a los golpistas falseando la realidad son la verdadera lacra que los convierte en una vergüenza mundial.
Zapatero y Nicolás Maduro | EFE

El golpe definitivo del chavismo contra los escasos restos de democracia que sobrevivían en Venezuela se ha perpetrado en medio de una escandalosa indiferencia internacional. En la noche del miércoles el Tribunal Supremo, integrado por un puñado de marionetas al servicio de Maduro, acabó con la ficción democrática chavista al atribuirse las funciones que legítimamente corresponden a la Asamblea Nacional. La huida hacia adelante del régimen ha sido tan escandalosa que hasta la fiscal del Estado, otro monigote chavista, se ha visto obligada a reconocer que la decisión de los jueces de Maduro vulnera gravemente la Constitución. El propio régimen chavista no ha tenido más remedio que dar un paso atrás ante la imposibilidad de negar que la decisión de sus jueces ha sido un flagrante golpe de Estado.

Pero la asonada contra el sistema democrático por parte de la horda chavista no comenzó en la noche del pasado viernes. Está en marcha desde que el militar golpista Hugo Chávez llegó al poder para implantar un régimen socialista inspirado en el modelo cubano. La derrota parlamentaria en las elecciones de 2015 fue el punto de no retorno, a partir del cual el chavismo simplemente trata de sobrevivir chapoteando en su propia inmundicia moral.

Cualquier líder del mundo democrático debe estar al lado de la oposición al chavismo, integrada por defensores de las libertades como Leopoldo López, encarcelado por el régimen venezolano por motivos políticos. España, por sus vínculos históricos y sus estrechas relaciones con Hispanoamérica, debe hacer gala de un compromiso especial y liderar en la escena internacional las iniciativas destinadas a defender al pueblo venezolano del sistema totalitario que ha arruinado al país a un ritmo jamás salvo en tiempos de guerra.

El Gobierno de Rajoy tiene en este asunto una especial responsabilidad. Su rechazo a pronunciarse enérgicamente contra la última maniobra antidemocrática de Maduro lo convierte en cómplice silencioso de una asonada golpista que debería haber movilizado a todas las cancillerías internacionales, con España a la cabeza.

Pero el caso más despreciable es el del anterior presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, convertido en el ariete europeo del narcorégimen venezolano con un servilismo que, ojalá, lo convierta definitivamente en un apestado internacional. Sus grotescas gestiones apelando al diálogo con los golpistas son impropias de un demócrata y un motivo de vergüenza para los socialistas españoles que, como Felipe González, defienden sin fisuras la libertad del pueblo venezolano que los amigos de ZP llevan masacrando sin piedad desde hace ya 18 años.

Los líderes de Podemos, grandes beneficiarios del chavismo desde los orígenes de este movimiento ultraizquierdista, se esconden para no poner de manifiesto su abrumadora responsabilidad en el sufrimiento de los venezolanos. Pero en ellos es la actitud que cabía esperar. Los que, como Zapatero, tratan de legitimar a los golpistas falseando la realidad son la verdadera lacra que los convierte en una vergüenza mundial.

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