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EDITORIAL

Sánchez quiere que le hagan presidente como le hicieron doctor

En su estupefaciente endiosamiento, piensa que tienen que ser los demás los que le lleven en volandas a la Moncloa.

Los últimos movimientos de Pedro Sánchez, tras reaparecer de su definitorio retiro veraniego, anticipan su decisión de ir a una nueva convocatoria electoral. En efecto, todo parece indicar que el escaqueado Sánchez no tiene intención de presentarse a una nueva investidura, sino que dejará que expire el plazo del próximo día 23, lo que provocará la disolución automática de las Cortes Generales.

Pablo Iglesias pretende retomar a toda costa una negociación que fracasó miserablemente en julio, cuando el líder de Podemos rechazó la oferta que le habían presentado los socialistas. La negativa del potentado comunista dejó las manos libres al presidente en funciones para agotar los plazos e ir a nuevas elecciones, convencido como parece estar de que estas hundirán a Podemos en la irrelevancia. No es casual que, en lugar de negociar con los demás líderes un acuerdo de investidura, Sánchez se haya dedicado últimamente a reunirse con colectivos de izquierdas, pues lo que pretende es arrasar los caladeros electorales podemitas.

Cabe temer que unas nuevas elecciones a finales de noviembre, con la sentencia del golpe separatista recién dictada y sin una mayoría parlamentaria clara en el horizonte, no hagan sino generar más inestabilidad política cuando las cosas se empiezan a poner color de hormiga en el ámbito económico.

Todo eso a Sánchez, desvergonzado oportunista, le da igual. En todos estos meses no ha hecho nada para merecer ser presidente del Gobierno, y nada hará en los días venideros. En su estupefaciente endiosamiento, piensa que tienen que ser los demás los que le lleven en volandas a la Moncloa. Que le deben la Presidencia del Gobierno como le debieron en su día el doctorado de la vergüenza. Por ser él quien es.

Por eso no debería serlo.

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