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EDITORIAL

Un PP que no se mueve y un PSOE que no sabe a dónde va

Por criticable que sea el inmovilismo del Gobierno, España no puede avanzar sobre las arenas movedizas a las que le empuja un PSOE carente de proyecto.

Mucho se puede y se debe criticar la inoperancia del Gobierno del PP a la hora de combatir en los planos político, jurídico, financiero y cultural el gravísimo desafío que el separatismo catalán ha planteado a la Nación y al Estado de Derecho. Ahora bien, si hay un partido que carece absolutamente de legitimidad para criticar la "inacción" de Rajoy en este asunto es el PSOE: Pedro Sánchez no sólo se ha mantenido equidistante entre los que invocaban la ley y los que tratan de vulnerarla, sino que, a la hora de proponer reformas legislativas –incluida la de la Constitución– se ha mostrado incapaz de señalar qué es lo que pretende cambiar.

Esa posición intermedia adoptada por el PSOE desnortado ha sido tan evidente que hasta la propia presidenta socialista de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se ha visto en la necesidad de aclarar: "Yo no soy equidistante. El principal responsable es Artur Mas". Aunque Pedro Sánchez haya recogido velas afirmando que es de la misma opinión que Díaz, lo cierto es que todo el mundo puede recordar al líder del PSOE acusando a Rajoy de ser "el principal responsable de que crezca el independentismo" o aseverando: “Cada vez que gobierna la derecha crecen los independentistas”.

Más patética resulta, con todo, la cantinela de la reforma constitucional con la que el PSOE pretende desacreditar la inacción del Gobierno. La actitud de los socialistas a la hora de plantear dicha reforma trasluce un contraproducente y vano intento de contentar a los nacionalistas; pero lo cierto es que, dada su absoluta falta de concreción, nadie sabe con seguridad en qué consiste el cambio deseado. Buena prueba de ello es la propuesta de Sánchez de una reforma constitucional que encaje la "singularidad catalana": además de ser un calco de la que ya plantearan el ministro de Justicia y, más recientemente, el de Asuntos Exteriores, dicha propuesta ha suscitado polémica en el propio seno del PSOE, como también dejó en evidencia hace nada la presidenta de la Junta de Andalucía.

De su propuesta de reforma federal tampoco se ha concretado nada, por lo que Rajoy lo ha tenido muy fácil este miércoles para desacreditar el "reformismo" socialista como un mero "eslogan electoral" con el que el PSOE oculta el hecho de no saber, en realidad, qué es lo que quiere cambiar.

Pero quizá donde el PSOE ha dejado de manifiesto su falta de criterio y de proyecto de forma más patente ha sido en el Parlamento balear al votar en contra de una moción presentada por Ciudadanos en defensa de algo tan básico como la unidad de España y la Constitución.

Por criticable que sea el inmovilismo del Gobierno, España no puede avanzar sobre las arenas movedizas a las que le empuja la falta de orientación y del principal partido de la oposición.

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